Ser ginecóloga en la Edad Media no debía ser una tarea sencilla. Y si no, que se lo digan a Trotula di Rugiero (también conocida como Trotula de Salerno). No se sabe a ciencia cierta su fecha de nacimiento ni defunción pero se cree que fue entre los siglos XI y XII. Tuvo la oportunidad de estudiar en la escuela de Salerno, el primer centro que permitió el acceso a la mujer a la formación médica. Lo que está claro, es que la medicina era cosa de familia. Tanto su marido Giovanni Platearius como sus dos hijos practicaron la medicina.
Su mayor legado fue el Passionibus mulierum curandorum o "tratamiento de las enfermedades de mujeres", también conocido como Trotula Major. Más tarde se le incorporó de Curis Mulierum o "la cura de las mujeres" y De Ornatu mulierum o "la cosmética/ornamentación de las mujeres", más conocida como Trotula Minor. Los dos primero tratan con temas relacionados con la salud mientras que el último sobre los cuidados de belleza para las mujeres. Para que os hagáis una idea de la magnitud que adquirieron estos libros, fueron usados hasta el siglo XVI en muchas universidades. Hay cerca de cien manuscritos de estos textos que fueron copiados entre el siglo XII y XIV, llegando a encontrarse versiones en irlandés, catalán, francés, inglés, alemán y flamenco.
Como en todo en esta vida, el que no corre vuela. Fueron muchos los que plagiaron esta obra, incluso llegando a añadir material propio como es el caso de la versión publicada por Vicotio Faventiro en 1554. Este autor no se corta en añadir invenciones propias "para la Gloria de la Repúbica Veneciana y del Papa reinante"
En el siglo XIX y principios del XX llegó el momento en el que a alguien le molestó que una mujer pudiera escribir sobre estos temas. El historiador alemán Conrad Hiersemann afirmó en 1921 que era un libro erótico firmado por un hombre, Trottus, que se ocultaba bajo un nombre falso. Y con él, otros se subieron al carro para desacreditar la obra de esta mujer.
¡Una mujer que se ocupa de la sexualidad femenina, del embarazo, del parto, y según el apartado teórico de su tiempo, el siglo XI, íntimamente vinculado a la práctica, no puede ser más que un hombre, y de otros tiempos!” Pina Cavallo Boggi: Introducción a Trotula de Ruggiero
Parece que por aquel entonces levantaba llagas que una mujer pudiera enseñar y tener conocimientos de ginecología. ¿Acaso no tenía la capacidad de hacerlo y era necesario desacreditarla e intentar demostrar de todas las formas posibles que era un hombre? Nadie mejor que una mujer para hablar de estos temas, teniendo en cuenta que en aquella época muchas no se atrevían a mostrar sus partes íntimas ante un médico, tal y como lo recoge en el libro Espejos: una historia casi universal de Eduardo H. Galeano.
No todo iban a ser críticas y desacreditar el nombre de Trotula, la doctora Hurd-Mead (1888-1949) describía así su obra:
“Se nota la mano suave de la mujer doctora en cada página. Está lleno de sentido común, es práctico, está al día para su época, de hecho se adelanta mucho al siglo XI en cuanto a la cirugía y los analgésicos, así como en el cuidado de la madre y del niño en el periodo posparto. Nunca se ha escrito un libro tan bueno en su tipo, y ningún otro le siguió por siglos enteros.”
Estos son los temas de los que habla en sus libros
Fue la primera en describir cómo coser los desgarramientos después del parto, la manera de impedirlos y una serie de pautas para actuar en los partos difíciles. Habla de la amenorrea (ausencia de menstruación) e incluso de la relación de la menstruación irregular con la dieta, enfermedades o por grandes disgustos. También de la infertilidad sin tapujos y dejando de lado la creencia popular de que era únicamente culta de la mujer y que se trataba “defecto tanto del hombre como la mujer”
El tema que más levantó ampollas en su momento, fue el que trata sobre similar la virginidad en el capítulo "De la forma de apretar la vulva de tal manera que hasta una mujer que ha sido seducida pueda parecer virgen".
¿Qué motivó a Trotula para escribir este tratado en la Edad Media?
El punto de partida se encuentra en una necesidad de conocimiento en este ámbito en las mujeres de la época sin necesidad de recurrir a médicos hombres (hoy en día hemos superado esa barrera pero por aquel entonces no todas estaban dispuestas a mostrar sus partes íntimas). Fue una noble de la época la que le pidió expresamente su escritura, tal y como narra el prólogo de su libro:
“Puesto que las mujeres son por naturaleza más débiles que los hombres, de ello se deriva que en ellas sean más frecuentes enfermedades, sobre todo en aquellas partes que deben cumplir el deber natural. Y desde el momento en que esos males se manifiestan en las zonas más íntimas, las mujeres no se atreven, por recato y por la fragilidad de su condición, a revelar al médico los tormentos provocados por el dolor. Por ese motivo, yo, movida por tales circunstancias a la compasión, y solicitada por una mujer noble, me puse a reflexionar más atentamente sobre las enfermedades que, con bastante frecuencia, afligen al sexo femenino.”
Si os interesa la historia de Trotula, podéis leer más en este libro y en este artícuo de Edmundo Fayanas. También podéis saber más sobre la historia de las mujeres en la ciencia desde la antigüedad hasta el siglo XIX en el libro de Margaret Alic.
La primera imagen es una pintura de John William Waterhouse, la segunda la he sacado de la Wikipedia