Seguro que más de una persona de tu entorno niega con todas sus fuerzas que jamás de los jamases enciende la televisión y se queda viendo un programa etiquetado como “telebasura” por puro placer. ¿Acaso nos están engañando los audímetros?
Dejemos que hablen las audiencias por sí solas, según datos de Vertele, El Ministerio del Tiempo arrancó su tercera temporada con un 12,6% de cuota de pantalla frente al 25,1% de Supervivientes. Está claro que alguien miente, y no, no son los audímetros.
Empecemos por el principio ¿qué es y no es telebasura?
telebasura.
De tele-2 y basura.
1. f. coloq. Conjunto de programas televisivos de contenidos zafios y vulgares.
La definición que ofrece la RAE es un tanto escueta pero la definición del Consejo Audiovisual de Cataluña es mucho más completa:
La telebasura no es, pues, un género televisivo específico, ni se limita siempre al entretenimiento, aunque éste sea el ámbito más susceptible de incurrir en sus excesos. Cuando los reality shows, concursos o programas del corazón merecen el calificativo de basura, lo que se está calificando no es el género en sí, sino la degradación que se produce en unos casos y en unas programaciones determinadas. Esta degradación depende de la vulneración de derechos fundamentales y de la falta de consideración hacia los valores democráticos o cívicos.
En resumidas cuentas, no se puede encajar en un género televisivo específico. En este tipo de contenidos todo gira alrededor del escándalo, el morbo y el sensacionalismo. El derecho a la intimidad de las personas queda en un segundo plano, y son muchas las ocasiones en las que se muestra la vida privada y las intimidades sin la autorización expresa de esas personas. Esto me recuerda al revuelo que hubo con el decimoctavo cumpleaños de Andrea Janeiro, más conocida como Andreíta. Ayer se abrió la veda para que televisiones y revistas mostraran su cara hasta la saciedad.
Producir programas de calidad tiene un coste y eso tiene que traducirse en una audiencia rentable para las cadenas
Aunque el concepto de programas de calidad puede variar dependiendo de nuestros gustos personales, da igual que seas más de los documentales de La 2 que de la última serie de Netflix, lo que está claro que la telebasura no es contenido de calidad aunque la calidad técnica de algunos de estos productos sea excelente.
Hablemos sobre el coste de un minuto dentro de la ficción nacional. Según los datos ofrecidos por El Confidencial, un minuto de Cuéntame asciende a 10.151 euros con un 17,3 de share. Otras series como El Ministerio del Tiempo bajan hasta los 8.875 euros/minuto. Teniendo en cuenta que un episodio de esta serie dura aproximadamente una hora, estamos hablando de 532.500 euros por episodio.
Si comparamos los costes de los contenidos de ficción frente a los de magazines diarios de producción propia como Sálvame está claro que el formato de magazine es una inversión más que rentable para Telecinco. Según Vertele, programas como Sálvame “pueden congregar a un 18% de share en casi tres horas (como es el caso de Sálvame), mientras que no suelen costar más de 80.000 euros diarios, siempre que se incluyan la totalidad de las partidas, tanto técnicas como de talento.” Una ganga para la cadena: buena audiencia por un coste aceptable.
Este es un solo uno de los múltiples ejemplos de comparativas entre costes y shares que podríamos hacer. Si te interesa tener una idea más amplia sobre los costes de diferentes contenidos, os recomiendo seguir la lectura en este enlace.
Los costes fijos: el gran aliado de los reality shows
Un programa como Supervivientes o Gran Hermano puede costar entre 12 y 18 millones de euros. Las cifras asustan pero pensando en frío, una vez hecha esa inversión es fácil rentabilizarla si el programa tiene éxito. La cadena puede llenar su parrilla con resúmenes diarios, debates semanales, galas especiales y todo lo que se le ocurra. Esta inversión puede dar mucho de sí y rentabilizarse mucho más en caso de realizarse más de una edición.
Que sigas viendo telebasura puede tener una explicación científica
Según una investigación publicada en la Revista Science, reaccionar con interés hacia el cotilleo forma parte de nuestro instinto de supervivencia. Conocer cotilleos sobre las personas nos ayuda a tener información sobre su personalidad sin necesidad de tener contacto o una relación con ellas, pudiendo influir en las relaciones sociales futuras con esas personas.
¿Qué pasaría si te muestran una imagen de un desconocido con una descripción? Esto es lo que ha intentado responder el experimento realizado por Eric Anderson. Las descripciones acompañadas se dividían en tres grupos: socialmente negativa, positiva y neutra. El resultado es bastante esclarecedor, recordamos más tiempo las caras de las que había una descripción socialmente negativa.
Así que si no te puedes sacar de tu mente a Belén Esteban, no es tu culpa, tu consciencia visual es la culpable de que recuerdes su cara durante más tiempo.
¿Encontraremos la fórmula perfecta para librarnos de estos contenidos?
A corto plazo, dudo bastante que este tipo de contenidos desaparezca hasta que la sociedad no cambie su mentalidad y se olvide de esa necesidad de regocijarse en los problemas de los demás para hacer que los problemas propios duelan menos.
A eso, debemos añadirle el factor de que la televisión es un negocio más: ofrece lo que la audiencia demanda siempre que sus costes sean rentables. ¿Para qué invertir más en un programa de calidad si una inversión de menor calidad y coste tienen más retorno?
Hagan sus apuestas y pongan fecha de defunción a la telebasura.