«Soy un Impostor», frase que podría ser la confesión de algún político, en realidad es un pensamiento que muchos tenemos a lo largo de nuestra vida.
En mi caso lo «terminé» de desarrollar hace unos 3 años (mes arriba mes abajo) por culpa de dos enormes «plutones» personas que tenia como jefas en mi ultimo trabajo.
Tengo que confesar que era cuestión de tiempo de que me pasase, teniendo una personalidad del tipo «anancástica», era (y soy, aunque bastante menos) un «talibán» de la puntualidad, del orden y de la perfección. La frustración de no conseguir «hacer casi todo perfecto» creaba en mi una sensación de ser un farsante y tener mi entorno «engañado» haciéndoles creer que era bueno en algo. Este pensamiento era esporádico y no me impedía seguir con mi vida «normal».
Después de estar mas de dos años bajo un estrés constante en el trabajo y de una reprimenda «gorda» de mis jefas, tuve un primer ataque de ansiedad. Desde ese día mis dudas empezaron a acentuarse, lo que provocó que mi productividad bajase, analizaba constantemente todo lo que hacia (por si lo estaba haciendo bien), revisando todo dos o tres veces antes de darlo por finalizado.
En ese momento me «degradaron» de puesto y pensé que sería mejor, que tendría menos responsabilidades y menos estrés. Así fue durante unos meses hasta que volvieran las reprimendas, la ansiedad y el estrés. Antes de regresar de unas vacaciones, tuve un segundo ataque de ansiedad que me dejó «petrificado», siendo incapaz de ir a currar. Después de relajarme conseguí ir al medico y me dio la baja por ansiedad. Al final pedí el alta medica y deje la empresa..
Mi medica me hablo sobre sesiones de terapia grupal para casos de ansiedad que se estaban haciendo con el psicólogo del ambulatorio, a las que asistí. Me sentí aliviado al saber que no era el único que pasaba por esto. Después de diez sesiones conseguí asumir que la ansiedad es algo normal, incluso necesario y que el «drama apocalíptico» que me montaba en mi cabeza, casi siempre, era infundado. Mi calidad de vida mejoró bastante… pero aún sentía un «letargo» que no sabia explicar.
Mi primer contacto con el «Síndrome del Impostor» (SI) fue con un video de la BBC, después de verlo busqué algo de información y ayuda pero casi todo era muy teórico. Finalmente descubrí, en un canal de Youtube, el libro «El Síndrome del Impostor», de Sandi Mann, que me ayudo bastante, supe que no era el único en sufrir con estos pensamientos y que incluso, eran mas frecuentes de lo que pensaba.
El libro desarrolla los diferentes tipos de «impostores» (que en mi caso era obvio, principalmente soy un «impostor perfeccionista»), sus diferentes causas y algunos consejos para superarlo. Unos de los ejercicios que recomienda en el libro es «salir del armario de los impostores», que en el fondo es lo que estoy haciendo con este articulo.
No quiero con esto decir que es solo confesarlo a los cuatro vientos y ya está, el miedo y principalmente la vergüenza me coartaron a hacerlo antes. Hay que asumir que errar es humano («errare humanum est»), hay que aprender a relajarse cuando ocurre y que la perfección no existe (aunque a mi me falta muy poquito para serlo). De momento sé que es una guerra constante y que hay que ir ganando batalla tras batalla para superarlo. A todos los que alguna vez se habéis tenido este pensamiento, deciros que no sois los únicos, que somos bastantes aunque no lo confesemos y que busquen ayuda, en libros, hablando con un psicólogo o con alguien, curiosamente cada vez veo/leo más referencias al SI.
¿Pero quien soy yo para dar consejos si soy un impostor? Nooooooooooooooo…
P.D.: He tardado bastante días en terminar de escribir y reescribir este articulo, finalmente conseguí dejarlo como un articulo escueto, en vez de una «epopeya».
Me he animado a terminarlo después de leer el articulo sobre el «Síndrome del jardinero ausente» (ahora «tengo» dos síndromes), tengo que confesar que en mi caso no es ser jardinero, es ser «carpintero», estuve a punto de estudiarlo en mi juventud pero por presión de mis padres lo descarte. Ahora que soy un «adulto», hago mis trabajos de carpintería puntuales, aunque no podría vivir de ello, por falta de espacio y por «el perfeccionismo» que aún me persigue, nunca daría por finalizado un trabajo.
Si alguien quiere contar su experiencia o consejos, soy todo oídos.
Seguramente el articulo tenga errores pero después de revisarlo «tropecientas» veces, al final lo publico.