Escribo estas líneas porque estoy preocupado. En los últimos días he observado en ciertas noticias meneadas con profusión (nada que objetar) multitud de comentarios -y votos positivos- donde se defiende abiertamente la consigna de que la causa principal de los males de este país, especialmente en lo relativo a las escasas oportunidades laborales, los bajos salarios y las reducidas expectativas de futuro (y su contraposición con la “confortable y confiada” vida que llevaban nuestros padres), se deben a la inmigración.
Que la inmigración descontrolada (ilegal, la legal está por definición controlada) supone un problema para cualquier nación, no solo España, es una obviedad y no seré yo quien la defienda ni mire para otro lado cuando se produzca, pero quiero compartir con vosotros queridos meneantes algunas reflexiones, no con el ánimo de haceros cambiar de idea -algo improbable por nuestra propia naturaleza-, sino con la voluntad de proporcionaros otros puntos de vista que espero sirvan al menos para que os replanteéis este dogma.
Considerar a la inmigración el culpable de los males de un país, no sólo es peligroso por el señalamiento a un colectivo (la generalidad de “los inmigrantes” se convierte en personificación cuando Adán García, quien lleva viviendo y trabajando en España 8 años, sufre las consecuencias de un día de furia de un ciudadano, por no hablar de lo que supuso en el pasado el señalamiento a un colectivo como el judío en Centroeuropa en el periodo de entreguerras), lo peor es que es falso de raíz, y os voy a comentar por qué motivo lo considero como tal.
Si estáis más o menos al tanto de los dogmas anti-inmigración, normalmente el discurso tiene dos vertientes.
Primera vertiente. Toda la inmigración, ya sea legal -con contrato de trabajo o permiso de residencia previo- o ilegal es igual de negativa, porque implica una competencia desleal hacia los trabajadores españoles, puesto que normalmente los inmigrantes optan a puestos de baja cualificación y bajos salarios, expulsando del mercado a los españoles de baja cualificación e incluso a los de alta cualificación desempleados que aceptarían cualquier empleo. Pero hay más, la inmigración (legal o ilegal) presiona los salarios a la baja de toda la fuerza laboral al normalizar salarios bajos como salarios habituales.
Segunda vertiente. Sólo la inmigración ilegal es negativa. La inmigración legal -y al igual que durante la posguerra española decenas de miles de trabajadores españoles emigraron en busca de una vida mejor- no es mala “per se” e incluso podría ser positiva. Esta segunda vertiente de pensamiento rechaza únicamente la inmigración ilegal, y por tanto es incompatible con la primera vertiente.
Pues bien, voy a analizar los argumentos generales de ambas vertientes para intentar arrojar luz sobre las consecuencias y ofreceros responsables alternativos a los que culpar.
Primera vertiente. Según sus defensores, la solución pasaría por restringir al máximo posible la inmigración legal (no conceder permisos de trabajo ni residencia hasta conseguir pleno empleo) y por supuesto luchar encarnizadamente contra la inmigración ilegal. No he oído comentarios sin embargo de cuál sería el coste de todo ello. Creo que nadie en su sano juicio plantea el hundimiento de pateras en alta mar ni el incumplimiento de los diversos tratados sobre los derechos humanos firmados por España, por lo que entiendo que la solución pasa por la expulsión automática de inmigrantes. La acción que se suele plantear es llevarlos en avión o barco a sus países de origen de manera automática e inmediata. Obviamente esos inmigrantes no pagarían ese billete (no tienen dinero, y aunque tuvieran dinero en cuentas bancarias en sus países qué haces si se niegan a pagar, ¿meterlos en una cárcel española?). Por lo tanto, el coste de su repatriación correría a cargo del Estado. No seamos ilusos pensando que sus países de origen pagarían esos billetes. No lo harán porque no tenemos nada con qué presionar, más bien al contrario. Y muchos volverían a intentar entrar en España. Así que imaginaos el coste de dicha política. A lo que habría que añadir el coste de una mayor vigilancia fronteriza, y una mayor burocracia de control de entrada y salida de ciudadanos extranjeros (recordemos que en 2019 entraron en nuestro país más de 80 millones de extranjeros). Desde mi punto de vista, si el problema de la inmigración según esta primera vertiente es que los inmigrantes nos quitan los puestos de baja cualificación y presionan los salarios a la baja, una solución mucho más eficiente y barata sería instaurar un salario mínimo aún más elevado. Esto haría que los españoles "expulsasen" del mercado de trabajo a los inmigrantes, y dejaría sin excusas tanto a los españoles que no aceptan trabajos por ser muy duros pero mal retribuidos, como a los que acusan a los inmigrantes de presionar los salarios a la baja. Siempre habrá empresarios que prefieran arriesgarse a contratar inmigrantes ilegales en un entorno de salarios mínimos legales elevados, pero entonces éste debería ser el colectivo a culpar (el empresariado), pero no a los inmigrantes.
Segunda vertiente. Esta vertiente, la “moderada”, no concibe la inmigración como un problema en general, sólo si ésta se produce ilegalmente. Tiene su parte lógica, hay una inmigración legal -controlable- que permite adecuarse a las necesidades laborales del país, mientras que la ilegal -incontrolable por definición- tiene hándicaps (como la imposibilidad de entrar legalmente en el mercado de trabajo) que la convierten objetivamente en una mala opción. La parte negativa es que la inmigración ilegal (inevitable), al dificultar la contratación, empuja a la marginalidad y a la delincuencia. Si hiciésemos legales a todos los ilegales, disminuiría la marginalidad y delincuencia al tiempo que ahorraríamos cientos o miles de millones en burocracia y controles, pero se potenciaría el “efecto llamada”. Lo que muchos no entendemos de esta vertiente de pensamiento es por qué narices en un país con la tasa de paro de España se “necesita” traer a inmigrantes legales. Porque no hay españoles dispuestos a trabajar, dicen los que defienden este sistema. Yo creo que se debe simplemente a que no hay españoles dispuestos a trabajar duro por un salario y unas condiciones de mierda. El foco habría que ponerlo por tanto en las empresas que dicen necesitar esa mano de obra, y en las Administraciones que lo permiten en lugar de legislar a favor de salarios o condiciones laborales más decentes. En este caso por tanto, tampoco el inmigrante (legal o ilegal) sería culpable principal de nada.
Como epílogo me gustaría compartir estos argumentos que yo he escuchado de personas que consideran a la inmigración como culpables de su situación. Inmediatamente después de cada caso os indico quienes, desde mi punto de vista, son los culpables principales:
a) Persona con baja cualificación desempleada – si no hubiese inmigrantes tendría un empleo
Obviamente, en un país como España la mayoría de personas que no alcanza una educación superior o conocimientos técnicos se debe o bien a sus propias decisiones, o bien por responsabilidad de las Administraciones, que no han proporcionado los recursos adecuados para aquellos que lo necesitan. En este punto entra en juego la inversión en Educación. Es decir, antes que culpar al inmigrante por su situación deberían culparse a sí mismos o a los políticos que no invierten en Educación lo suficiente (con nuestro beneplácito).
b) Persona con baja cualificación con un empleo precario - si no hubiese inmigrantes tendría un empleo mejor pagado y/o más estable
A los culpables ya mencionados en a), habría que añadir la política laboral de nuestro país. Una vez más la culpa sería de las Administraciones por no saber o por no querer implantar una reforma laboral que impida salarios de miseria o contratos precarios. Ya si queréis, en cuarto lugar culpamos a la inmigración, pero obviamente no estaría en los primeros puestos de la lista de culpables.
c) Persona con estudios superiores desempleada – si no hubiese inmigrantes tendría un empleo, aunque éste fuera básico
En este caso, también entran en juego decisiones personales (¿Los estudios superiores que cursaste tenían salida en el mercado laboral español?) pero el verdadero problema es que el tejido productivo español no genera el suficiente empleo cualificado. Obviamente a las empresas no les puedes obligar a producir o a proveer esto o aquello, pero las Administraciones si tienen la potestad de invertir más en educación, ciencia, tecnología y conocimiento, y de ese modo aumentar (no de la noche a la mañana, pero si a medio plazo) el porcentaje de empresas que creen este perfil de puestos de trabajo de alta cualificación. Una vez más el problema estaría primariamente en nosotros mismos y subsidiariamente en los políticos, que no apuestan por el futuro ni por un país avanzado. Poco que ver con la inmigración pues.
Y eso es todo lo que tenía en la cabeza que quería compartir con vosotros. Me gustaría que me comentaseis nuevos puntos de vista (en cualquier sentido, siempre son bienvenidos) y que mantengáis el respeto en los comentarios con otros meneantes (por pedir…).
Yo como autor, estoy abierto a críticas, puyas, insultos, vejaciones, etc. Conozco la lección y vengo llorado de casa, pero permitidme que no entre en dinámicas que no lleven a ningún lado.
Gracias y saludos.