Si estás realmente quemado puede que la sola pregunta te haya hecho sentir algo por dentro para responder con algún exabrupto o una cruda respuesta. Espero que no sea tu caso y que si lees esto sea con calma. Si no, puedes pasar a otra cosa ahora mismo, o dejarte llevar por la ira hasta el final del artículo y ya luego desahogarte.
El odio es una de las emociones que vemos reflejadas continuamente en las redes sociales, en algunas más que otras. Aquí es inevitable hablar de Twitter. Alguien relevante da su opinión sobre un tema y la mayoría de las respuestas son para rechazar su mensaje, con más o menos violencia.
También en la vida corriente podemos ver huellas de odio cuando el tema de conversación es el criticar a alguien o algún hecho. A veces se respira envidia, a veces rencor, pero cuando personalmente siento verdadero miedo es cuando se respira odio.
Volviendo a Twitter es curioso que si quieres ver argumentos a favor de un partido político muchas veces tienes que ver las respuestas que le dan a un representante de un partido de otra ideología. Ese alguien al que le rebaten sus ideas hasta insultándole, es el mismo al que también siguen días tras día, para seguir devolviéndole antipatía continuamente sin pudor. Están tan radicalizados con temas como la política que términos como fascista, nacionalista o supremacista se utilizan a la mínima, olvidando su uso original.
El odio es la razón de ser de muchos grupos que han visto en el otro a su enemigo, aunque ese “otro” no hubiera hecho nada violento para llegar a sentir hacia él esa repulsa. Desde que el hombre es hombre el odio ha servido para mantener grupos de poder, ideologías o incluso una manera de darle sentido a la vida inconscientemente, cuando no tenemos ningún propósito claro. Es un triste escape a la infelicidad que se puede percibir tanto en internet como en la calle.
También es triste ver personas que el vínculo que les une entre ellas sea el odio hacia otra persona o grupo, y que les sirve para llevar una relación cordial o incluso de amistad que ha nacido por una repulsa clara hacia el otro, aunque quizás no se hayan dado ni cuenta. O que en internet solo comparten denuncias o cosas que siempre dejan un mal sabor de boca.
Y se puede denunciar cosas despreciables, pero es imposible que no nazca el odio cuando se leen cosas como las comparaciones entre un futbolista que defrauda a hacienda mientras otros recolectan tapones de plástico para una silla de ruedas, o porqué a la hora de pagar un aparcamiento de un centro comercial es gratis mientras que el de un hospital es un robo.
El odio en ese momento hace un efecto de identidad sobre nosotros mismos, nos hace sentir más vivos, que tenemos la razón, que por un momento puedo decir “yo estoy aquí” como el que logra llegar a la cumbre una montaña, aunque esta sea de basura.
Sin embargo la contrapartida del odio es la tristeza. Después del subidón viene la resaca. Y así algunos están acostumbrados a vivir. Sin darse cuenta es difícil vivir así con sensibilidad hacia los demás, percibir la belleza de las cosas, tener buen humor… si nuestro sustento, nuestra droga es el odio. Esa sensación ya ha ocupado todo lo demás, y va a ser difícil desprenderse hasta que nos hartemos de ella o pase algo extraordinario, ya sea bueno o no, que nos hagas cambiar nuestra manera de vivir.
En definitiva el odio es otra cara más de nuestro ego, ese que te dice que tienes que criticar, posicionarte, denunciar, gritar… sobre algo para sentirte persona, sentir que tienes una identidad y que por un momento existes aunque sea a costa de los demás, que son víctimas de ese odio que nunca deja nada bueno. La siguiente pregunta sería qué es el ego y porqué necesita de cosas como el odio para subsistir, pero eso ya es otro tema para otro artículo, incluso más odioso que éste.
Si eres portador del virus del odio solo decirte una posible cura. No le hagas caso a tus instintos que te llevan a pensar o actuar de una manera poco plausible. Obsérvate a ti mismo y ve como ese odio se va desvaneciendo solo, porque cuando lo vemos de frente sin reaccionar se deshace como un azucarillo en agua. Y eso que parecía tan poderoso cuando somos conscientes no suele durar mucho, y así con tantas cosas que valdrían para otros artículos como éste que empezarían así: Esa emoción ¿Por qué?