Reflexiones de una mujer madura

En momentos como este me pregunto. ¿ Qué hice con mi vida?¿Por qué cuando miro hacia atrás no veo nada que pueda recordar con alegría?

Y veo que mis momentos felices si alguna vez los tuve han quedado enterrados con mis más tiernos años.

Mi vida ha sido un manojo de malas decisiones. Cada una de ellas ha traído su precio en dolor y soledad.

38 años de una vida baldía sin hijos sin un lugar al que llamar hogar. Cuantas personas como yo hay en el mundo. Viviendo una madures triste. Deseando algo que complemente nuestra vida pero sin encontrarlo.

La riqueza que un día disfruté no me hizo feliz. Me levantaba cada día con el corazón triste y me acostaba ahogando mi tristeza en alcohol. Pero en vez de sanar era más duro empezar un nuevo día.

El dinero solo trajo a mi vida enemigos, envidia y falsos amores. Mis amigos eran como la fantasía mucho brillo por fuera por dentro metal frágil y una carencia insospechada de humildad y empatía.

Una época dorada llena de nubarrones. Llanto, pensamientos suicidas. Nunca fui lo suficientemente fuerte para hacerlos realidad. Es muy fácil pensarlo pero cuando te enfrentas a esa dura realidad sientes las lágrimas del alma inundando tu conciencia y dudas y no puedes hacerlo aunque sigas deseando que todo termine.

Una vida que muchos deseaban y se preguntarán.¿ Cómo alguien que lo tiene todo no es feliz?

¡No se engañen! El dinero no trae felicidad a tu vida. El dinero te priva de la verdad. La gente te miente para beneficiarse de ti. Tus amigos te adulan para seguir gastando en fiestas y paseos. Tu novio te dice que te ama pero solo ama tu dinero y si tiene dinero ambiciona tener más.

Cuando tienes una vida próspera solo te aman tus padres y a veces tus hermanos cuando no deciden traicionarte. Los demás solo quieren usarte, acabarte, desaparecerte.

Mis amigos se unieron contra mí y perdí mi fortuna. Entonces me mostraron su verdadera cara, risas, desprecio e indiferencia. Alegría por mi desgracia. Me sentí más sola que nunca. Decidí que emigrar a otro país era la solución a mis problemas.

Un lugar donde nadie me conociera. Empezar desde cero. Intentar encajar entre la gente humilde. Pero solo encontré soledad y frío. La gente es igual en todas partes si te empeñas en seguir los mismos patrones del pasado.

Se aprovecharon de mi credulidad mis nuevos amigos y casi termino perdiendo lo poco material que me quedaba.

El naufragio de mi vida lo provoqué yo misma. Los que están en mi situación no le echen las culpas a los demás o a la vida. Me faltó carácter para enfrentarla. Me faltó entereza para decir basta a los aduladores y a los mentirosos. Porque en el fondo siempre supe que vivía una mentira.

Hoy reflexiono sobre mi pasado. ¡Sí! Ayudé a mucha gente pero pude haber sido más útil. Con el dinero que gasté en esas fiestas pude haber alimentado a muchas más personas. Con las ropas caras que regalé a gente frívola y llenas de cinismo pude haber vestido a muchos niños.

Hoy sentada en este frío aeropuerto de Bielorrusia mientras espero el vuelo que me lleve de regreso a Moscú repaso mi vida y mis acciones.

Decidí que no es tarde para enmendar cualquier error de mi pasado. Compartir me hace feliz. Seguiré dando de lo que tengo a los que nada tienen. Me da alegría la sonrisa de los ancianos que reciben mi caridad.

Me fortalece saber que un niño menos dormirá hambriento entre tantos que no volverán a levantarse. Eso hace mi mañana más radiante, mi vida más plena.

Hay madrugadas frías donde pienso que no podré levantarme. Pero levanto mis manos al cielo y pido fuerzas para seguir andando. Porque no es tiempo de rendirse y escribo frenéticamente. Las horas pasan y yo sigo escribiendo sin sentirlas.

Voy a escribir hasta que todos escuchen mi voz. Hasta que estas palabras lleguen a la persona destinada a escucharme.

Escribiré de la vida, de las hojas de los que viven y no viven. De lo que esconde el silencio. Tendrían que sentir lo que es estar completamente solo aunque la gente esté a tu alrededor. ¡Solo! Aunque las caras hipócritas de tus conocidos dancen por doquiera que mires.

Solo yo puedo cambiar mi presente. Haré lo que sea necesario para mirar atrás sin sentir vergüenza de una vida mal vivida. Y nadie me dirá que me faltó coraje para empezar de nuevo.