Vivimos en el peor mundo imaginable: uno que permite la existencia de seres conscientes del sinsentido objetivo de su ser, y que además se ven forzados a luchar con vehemencia (cuales somas desechables o marionetas de pacotilla) por esos "fines" (termodinámicos) inútiles en lo relativo al sujeto.
Pero no te preocupes si estas palabras racionalmente te incomodaron por un instante, puesto que tenemos un sesgo evolutivo que se encargará pronto de darte consuelo: portamos, inscrito a fuego en los "circuitos" neuronales de nuestro cerebro, un instintivo pensamiento mágico-optimista que hacen olvidar pronto este tipo de revelaciones, y que se encarga de facilitar la vuelta a la "normalidad" emocional. Este sesgo se bastará para permitirte continuar con tu día normalmente; movido por esos invisibles hilos físicos que te guían desde el mismo momento de tu nacimiento. La posible disonancia cognitiva que haya podido aparecer a tu conciencia se esfumará de tu mente casi de inmediato, y de este modo podrás volver a tus (necios) quehaceres diarios en un abrir y cerrar de ojos.
Por lo tanto nos dejamos llevar con la idea de que todo está bien. Y ciertamente todo está bien...hasta que tarde o temprano el velo del engaño instintivo cruelmente se deja caer. Quizás no hoy, ni mañana; pero es cuestión de tiempo: en algún momento, quizás unos instantes antes de morir en un accidente de tráfico, o cuando un médico nos diagnostique una pronta muerte, lo mismo da; será precisamente cuando caiga el telón y te veas como un bobo: como esa estúpida marioneta con aires de grandeza que siempre has sido. La Naturaleza (sea eso lo que sea) se aprovechó de ti, pero no te dejará entenderlo justo hasta ese momento, cuando hayas pasado de soma desechable, a ya un soma desechado. Al perder la utilidad práctica, el mundo te permitirá echar un rápido vistazo a la verdadera realidad encubierta...y entonces de una patada te enviará a la nada de la que fuiste engendrado.
Más pronto que tarde todos, sin excepción; veremos por fin que fuimos manejados, usados...consumidos. El mundo natural nos utilizó, quién sabe esencialmente para qué, obligándonos en todo momento a movernos del modo adecuado, cual roca que debe caer cuando se la deja rodar desde lo alto de la colina. Pero durante nuestro trayecto vital este hecho sádicamente se nos ocultó (naturalmente) para que no fuese un impedimento ante nuestra ingrata, espontánea y subjetivamente inútil tarea termodinámica de degradar gradientes (producir, consumir, producir, consumir,...). Sin embargo, insistamos de nuevo, de manera más o menos inefable todos lo acabaremos por comprender algún día: no somos más, como individuos y como sociedad, que el equivalente dinámico de cualquier otro movimiento físico, con la excepción de la complejidad y de los grados en la libertad de acción: una piedra que tras caer, se las ingenia para subir de nuevo al monte y repetir espontáneamente este ciclo una infinidad de veces, o al menos, mientras el mundo aguante en pie.
Sísifo estaría feliz de descubrir que su castigo es el castigo del hombre. Una felicidad desquiciada por el conocimiento del absurdo, claro está.