Todos los titulares, todos los tertulianos, todos los medios esgrimen sus teclados para dejar claro quiénes son los buenos y quienes son los malos.
Nosotros, los soldaditos de a pie, estamos llevando las banderas que nos colocan otros en las manos. Seguros de nosotros mismos, de nuestra nación de nuestro estado, somos capaces de hablar de dar la vida por aquellos cantos que nos sueltan desde nuestros medios.
Solo quiero recordar que tarde o temprano se firmará la paz, que quienes lo firman son los grandes generales que nos arrojaron esas banderas y con un apretón de manos y una sonrisa, nosotros, los soldaditos de a pie, nos quedaremos con esas banderas e ilusiones desvanecidas, y lo peor de todo es que sabremos que esos generales se llevan realmente bien y no distan mucho en lo que piensan realmente y que llevan meses hablando por teléfono mientras gritan muerte al enemigo desde su sillón mientras la juventud da la vida por algo que solo es una ilusión.
La paz solo se consigue si nadie coje esas banderas, soltarlas es el camino de la libertad para dejar de caricaturizar el mal.