Ponerme delante de esta producción ha sido un viaje en el tiempo a través de técnicas audiovisuales chulísimas. Y durante esta aventura, he aprendido mucho y me han sorprendido muchísimas cosas. Pero sobre todo, me han llamado la atención las características de los personajes de la serie y la atención inusitada que reciben por el público.
Para los que no conocemos el caso, el guión orientado al suspense nos consigue hacer ver que F. es un padre coraje con una serie de dudas entre manos bien fundamentadas. Entonces simpatizas y quieres que se descubra el crimen y se haga justicia.
En ese transcurso, haces piña con los "buenos" y cuestionas gravemente la actuación de las FCSE, de los jueces... Te llegas a plantear si no están encubriendo a gente muy poderosa con desviaciones sádicas. Todos parecen estar metidos en el ajo.
Tenemos un padre y un criminólogo que están moviendo tierra, mar y aire. Se pregunta uno de dónde sacan el dinero, el tiempo y sobre todo, las ganas. Incluso un crimen irresoluto contra una hija parece que no es suficiente para motivar al común de los mortales a llevar una vida tan entregada. Directamente, parece cosa de película.
En esta actividad frenética, recibieron el apoyo y la atención del pueblo y de los medios de comunicación. ¿Cómo puede ser que dos particulares estén levantando tanta información, y mientras las FCSE parecen no avanzar en el caso?
Muy pronto esta sencilla historia de buenos y malos deja de sostenerse y las cosas empiezan a parecer raras. El sencillo marco que confeccionaron los guionistas al principio de la serie parece insuficiente para entender el conjunto de las circunstancias.
No has terminado la serie cuando ya empiezas a mirar con otros ojos. Te das cuenta de que el padre coraje alude demasiado a sus corazonadas y no fundamenta sus sospechas ("me da la sensación", "algo me huele raro aquí"...), y además empieza a tener problemas relacionales con familias y profesionales, mostrando cierta arrogancia o dureza en el carácter.
Su compañero de investigaciones privadas, que en un principio aparenta mucha profesionalidad, de pronto empieza a ser cogido mintiendo descaradamente en pleno plató de televisión.
No obstante todo continúa. Ni las sospechas infundadas ni las mentiras parecen afectar a nadie. Tenemos un padre coraje y un criminólogo que se muestran entregados a su misión y convencidos de la legitimidad de sus acciones.
Y hasta aquí el relato.
Personalmente, he tenido la suerte de estar en contacto con personas ingresadas con un diagnóstico de trastorno paranoide de la personalidad, y he visto de qué es capaz una persona con trastorno delirante (una suerte de variante del trastorno paranoide).
Estas personas tienen el don de despertar la paranoia en todo su entorno. Son personas inteligentes, capaces de hacer largos razonamientos, con conocimientos en muchos ámbitos y con un extenso vocabulario. Son afectivas y pueden mostrarte su cariño, pero si les contradices demasiado, te dejarán de lado tan pronto como puedan.
Se muestran ofuscadas la mayor parte del tiempo. Su indignación es la antesala de críticas directas (y todas las personas hacemos eso). Pero su carácter se manifiesta completamente cuando empiezan a lanzar acusaciones sin pruebas.
"Fulanito me insulta; Menganita me ha agredido; Fulanito me quita mis cosas", "estoy harto de denunciar mi situación, nadie me hace caso". "Aquí están pasando cosas muy raras, ¿queréis que me vuelva loco?", "¡Sacadme ya de aquí!"
O haces una reunión cada día para verificar las acusaciones de estas personas, o confías en el diagnóstico y te centras en lo importante. Pero continuamente te despiertan dudas acerca de si están locos o de verdad están sufriendo desplantes y negligencia. Es una mierda pensar que podrías estar deshumanizando a una persona. Pero peor mierda es pensar que estos trastornos son para toda la vida, y puedes dejar en la calle a alguien con problemas graves de conducta.
En el caso Alcasser, tanto el padre coraje como el criminológo manifiestan comportamientos compatibles con un diagnóstico de trastorno paranoide, y especialmente con el trastorno delirante, con un poco de mentira patológica de por medio. Por supuesto, un diagnóstico así es compatible a su vez con el egoísmo y la cara dura, por la forma en que se enriquecieron toda su vida a costa del caso.
En la serie son entrevistados en los años recientes, y muestran exactamente las mismas peculiaridades. Sus palabras y sus acciones siguen recordando a las de una persona que delira. Constantemente sienten que algo anda mal y que están a las puertas de hacer un gran descubrimiento... Siguen convencidos de que existe un video snuff de las tres adolescentes, que grabaron algunos ricachones poderosos.
La pareja de amigos ha perdido relación. Empezaron a manifestar sus sospechas por separado y a negarse a repartir los dineros de las donaciones. El criminólogo escribió un libro y mantiene que posee los videos snuff pero que no los publica por miedo a represalias. La gente le compra el libro y le sigue regalando el dinero. El padre coraje sigue pidiendo por favor que si los videos existen, que salgan a la luz ya.
¿Se imaginan que se diese credibilidad a las alucinaciones de una persona con esquizofrenia? La situación del caso Alcasser es similar, teniendo en cuenta lo infundado de las sospechas de sus protagonistas. Pero la sociedad tragó y dio espacio a esto.
¿Qué se puede decir del otro lado? Hay una familia investigada por el asesinato de tres chicas. Aunque finalmente es Ricart, un amigo de la familia, el único que cumple condena.
En los asesinos y allegados de la serie observamos conductas manifiestas compatibles con un perfil tendente a la psicopatía. En todos ellos hay violencia recíproca y contra la madre, aunque todos temen al más peligroso: Antonio Anglés, otro condenado en busca y captura.
Antonio es el más violento. En el juicio decían de él que llegó a verbalizar a sus allegados que le gustaría coger a unas chicas, violarlas y hacerles de todo (incluída la tortura). Antonio muestra aquí ideas psicopáticas absolutas. Esta idea va más allá de la mera falta de empatía y hace contacto directo con el sadismo y el disfrute del dolor ajeno.
Miguel Ricart da signos de dependencia en su juventud. Las ideas de su amigo Antonio le parecen atroces pero sigue a su lado. Y llega a consumar el crimen con su amigo.
Al final de la serie te relacionan el caso Alcasser con la violencia de género. Y la sociedad nuevamente, vuelve a tragar.
Solo el desconocimiento puede explicar que los platós de televisión se llenen de historias inverosímiles. Y sólo el desconocimiento explica que una serie publicada en un medio masivo relacione a personas con tendencias psicopáticas manifiestas con un sistema social desigual. Esto es seguir tragando con el cuento.
Todo apunta a que la población general empieza a conocer un poco más la ansiedad y la depresión, y algunos trastornos más. Pero se sabe muy poco o nada de la mayoría de los trastornos.
Es muy importante educar a la sociedad. Cualquier día puedes acabar enredado en la vida de un persona que tiene una forma de sentir y de pensar completamente extraña. La buena fe de tratar de entenderle y ser paciente te puede costar muy caro a nivel personal.
¿Conocías el trastorno paranoide de la personalidad? ¿Y el trastorno delirante?
Un abrazo