Empezamos el año con un libro recién acabado (Los Pazos de Ulloa) y una película que acabo de ver ahora mismo (La Invitación). Pese al abismo de tiempo que existe entre ambas, tienen una moraleja común: es imprescindible saber decir que no y comprender que tu camino está bajo tus pies y no bajo las señas que te haga un tercero.
La clave de Los Pazos de Ulloa es un matrimonio entre dos personas incompatibles que se consumó porque la mujer, aún sabiendo casi con total certeza que su futuro marido era un animal con patas, no supo negarse al casamiento (lo cual por otra parte tampoco era seguro que le librase del matrimonio, pues en aquellos tiempos la voluntad de la mujer contaba muy poco).
Lo paradójico es que esa mujer tenía mil cualidades y habría podido ser tremendamente feliz con una persona que la comprendiese. Y su marido también habría podido ser feliz (a su manera) con una mujer tan asilvestrada como él. Pero fueron otros los que decidieron sobre algo que era exclusiva competencia de los contrayentes. Y muchas vidas se malograron.
La Invitación va sobre sectas destructivas. Esos buitres que aprovechan la debilidad y los traumas del prójimo para sustituir su voluntad por un mantra infumable de adoración al líder y aceptación acrítica de cualquier orden que salga de su boca. La debilidad y el dolor nublan el cerebro, y los gurúes lo usan para exprimir a sus víctimas.
Ambas obras nos dicen lo mismo: lee, escucha,conoce, descubre, acumula conocimiento y experiencia, cultiva tu fuerza y aprende a rechazar lo que sientes que no es correcto, lo diga quien lo diga. Y decide qué es lo mejor para ti. Valora los buenos consejos que puedan darte, pero ten en cuenta que quien debe tomar la decisión final eres tú. Y es una decisión que sirve para tu persona. Tal vez sirva a la vez para otros pocos, para muchos o para nadie más. Es lo que tiene ser únicos.