Me ha llamado Ana, tu mujer, 7:45. Se ha complicado tu situación, han desconectado todas las máquinas que externalizaban tus procesos (Ana dixit). Riñones, pulmones, alimentación y demás. No eras viable, según los médicos.
He llegado a las 12, y tenías la tensión en 42-26.
Cuando el médico de la UCI ha venido al poco, ha bajado la ayuda y te has ido yendo, muy poco a poco. Ana y yo en el box, viéndote ir, gilipollas, con 52 años. 39, 37, 34,... 10-9.
Hospital de Tarragona, qué pasada de profesionales, increíble. Humanisimos.
Eres (eras) el único genio que he conocido. Tenías aura, algo especial, un don de gentes, una aceptación de la vida tal cual es, un todo... Que me hizo admirarte y quererte en vida, y llorarte ahora.
Te he contado lo que pasaba en el fondo de lo más profundo de mi corazón, he fumado porros, me he emborrachado, me he reído como nunca contigo .
Ana no me ha dejado avisar a tu hermano. Sé que cuando te lo propuse, cuando aún estabas consciente, me dijiste que ni en broma, que te había traicionado (tema herencias) y que no se me ocurriera.
Pero jodé, es que te has ido. Cuando Pepito, si se tercia, se entere, va a llorar por todo lo que no hizo cuando estabas vivo.
La vida fue injusta contigo. Tu madre cuando aún eras crío, tu padre que te amó tanto (erais iguales), pero no dejó todo atado.
Recuerdo el viaje con los dos a Almería. Tú y yo, cuarentones con pasta y trajeados. El, setentón, con coleta y un porrito en el paquete de tabaco, aeropuerto hacia Almería.
Te quiero mucho, gilipollas. Espero verte de nuevo, de verdad.
Agur, bihotza.