Como estos días se ha popularizado repentinamente la conocida, rancia y antiquísima corrupción universitaria, quiero contar una historia de hace un par de años. Sucedió en una universidad madrileña, y no la en la Rey Juan Carlos, en una ingeniería, y me lo contó el profesor afectado.
El profesor en cuestión daba clase sobre automatismos y explicaba el funcionamiento de determinado autómata, su protocolo, y sus posibilidades. Lo hacía bastante bien, y entonces decidió cambiar el modelo que estaba empleando por uno que utiliza una conocida marca de fabricación de automóviles. Para quien conozca el asunto mejor que yo, se trata de un brazo robótico con muchos grados de libertad,. No voy a meterme en lo que no sé.
Entonces, un superior de este profesor se presentó en su despacho y, con sonrisas y muy buenas maneras, le pidió que dejara de enseñar aquello en clase, porque aquel conocimiento concretamente valía mucho dinero y la gente lo pagaría muy bien en un máster.
-Si lo enseñas tú gratis, ¿por qué van a venir luego?
-Pero es que es lo que se usa ahora -trató de oponerse el profesor.
-Pues eso digo. En la carrera hay que dar cosas generales. lo más actual hay que dejarlo para los másteres y los doctorados. Si no, ¿en qué se distinguen los que lo hacen de los que no? -le respondió el catedrático, zanjando el asunto.
Y así quedó la cosa. Había que volver al autómata obsoleto, porque conocer la programación del último valía dinero. ¿Por qué ofrecer contenidos de calidad en los cursos regulares, cuando a esos cursos e va a sacar el título? Para aprender algo que valga la pena, hay que pagar aparte. Esa era la filosofía y así funcionan las cosas.
Lo peor del asunto es que me temo que no se trata de un caso aislado, sino de una conducta establecida, perfectamente calculada y hasta fomentada por las Universidades para llenar sus másteres. Los departamentos se centran en eso ahora: en que apruebe todo el mundo para que pasen por la taquilla de pago de los másteres, los doctorados y los titulitos jugosos, que son los que dejan pasta.
Lo demás, lo de ofrecer formación de calidad a cambio del precio de la matrícula regular (que no es pequeña), es cosa de gilipollas. Parece ser.