Eta es el sonido de unos petardos antes de las 9 de la mañana, esperando el autobús del cole. Juan de Dios Doval, dirigente de UCD, moría en el mismo portal donde yo jugaba a fútbol con Javi y Alvaro cada tarde.
Es Juanjo, compañero de clase, uno de los niños más gordos que he conocido. Me sacó en el patio, mientras llovía, en 1º de BUP. Rodeado por él y otros cuatro, querían que renegase de ser español. Yo, con mi recién estrenado pensamiento adolescente, por supuesto me negaba. Me dio un puñetazo en la tripa que no supe o pude responder, rodeado. Su padre había muerto al poner un explosivo en una central eléctrica de Iberduero, y él replicaba su lucha haciéndose el matón con su grupito de seguidores.
Son las bombas sincronizadas contra empresas. Al sonar la primera, mi hermano y yo nos asomamos a la ventana de nuestra casa de Igueldo. Mirando el humo que sale de Lorea, en ese momento vemos en directo la explosión en el concesionario Nissan, un poco más cerca. Es como en la tele, la noche se enciende y un color naranja inunda varias manzanas, dando paso a una nube de humo que tapa todo.
Es Txipi, compañero de borracheras y porros en Lo Viejo de Donosti. Camarero mientras estudiaba Derecho, cuando íbamos al bar donde trabajaba los quinitos nos salían gratis. También conseguía el mejor costo de Egía, siempre invitaba. Desapareció de un día para otro, y no le hemos vuelto a ver. Su íntimo Fer nos dijo que estaba bien, en Francia.
Es una manifa en La Paloma de la Paz, junto a Anoeta. Estoy con mi amiga Marta y mi lazo azul, y enfrente los jarraitxus lanzándonos piedras. Nos resguardamos en un bar, hasta que la ertzainza disuelve. Volviendo a casa, me encuentro con Pirata, uno que muchas veces salía con nosotros de marcha. Le digo que nos ha estado tirando piedras y dice que él no, que solo gritaba.
Es Iñaki, dueño del bar donde paraba a tomar café con mi amigo Edu día sí día también. Cuando la guardia civil entró en su casa de madrugada, le encontró la escultura de Likiniano con la serpiente y el hacha. Bietan Jarrai. Garzón lo llevó a Madrid, lo acusó de usar el bar como “correo” de Eta. Decía que lo habían torturado, aunque estuvo solo dos días y lo soltaron y no tenía marcas. Acababan de matar a un dirigente del Ayuntamiento y decía que se alegraba; dejé de hablar con él, cambié de bar. Según Edu, sí que había hecho de correo. Supongo que era cierto.
Eta son Carmen y Fátima, dos “peperas” divertidísimas. Solía ir a buscarlas de madrugada a “Reyes Católicos”, una zona de copas en el centro. Me reía mucho con su grupo, y ellas conmigo porque era rojo pero se podía hablar sin cabrearnos. El día que mataron a su amigo Gregorio Ordóñez era el cumpleaños de Carmen.
Eta son las conversaciones con Fer, en el portal de su casa, de madrugada. Votante convencido de Hb, pasamos muchas horas mano a mano discutiendo sobre todo aquello.
Es la despedida de soltero de Karlos. Se casaba en dos semanas, y habíamos quedado a las 6 o 7 de la tarde, con vaqueros y camisa blanca. Yo iba con mi coche por el Boulevard, escuchando a Antonio Herrero, creo que en la Cope. Habían encontrado a Miguel Angel Blanco en Lasarte. Aún vivía, pero tenía disparos en la cabeza. Comencé a llorar, de rabia, impotencia, hartazgo. Aquel asesinato mató a Eta, lo que pasa es que no lo sabía. Cuando llegamos a la cita, ahí estábamos todos con cara de funeral. También los que votaban a Hb. La despedida se anuló.
Eta es la gente, pocos días después, en la calle Urbieta. Junto a la sede de Hb, cabreada, indignada. Lanzando piedras hasta que llega la Ertzainza. Los “Beltzas” se quitan el casco y se abrazan con las amatxos, mientras los miembros de la mesa no se atreven a asomarse al balcón. El mismo pueblo que antes callaba, ahora les grita que paren ya, que se han pasado mucho.
Eta es mi novia catalana, Mireia. Cuando le llevé a ver Pasaia, se puso a quitar carteles de Jarrai, tan tranquila. Le paré al instante, no sabía lo que hacía. Por suerte, no nos vieron y no pasó nada.
Eta también es una excursión al Txindoki. Tras una curva, el todo terreno de la guardia civil. Joxemi que les habla en euskera, daos la vuelta, los brazos contra la pared, abrid las piernas, el cetme pegando contra los muslos y los huevos, os váis a cagar, hablad cristiano.
Es la plaza de la Consti a las dos de la mañana. Me rodean y me empiezan a llamar españolazo, por llevar el lazo azul en pleno secuestro de Aldaia. Levantan una botella vacía, creo que de Patxarán. Son muchos, y mi cuadrilla está dentro del bar. Les digo en euskera que se estén quietos, que solo quiero que liberen a Aldaia. A uno muy joven le queda una neurona viva. Se acerca, me arranca el lazo del jersey, y les dice a los demás que me dejen en paz, que ya está.
Eta son las fiestas de Zarautz. Es mi hermano tomando gintonics como si no hubiera un mañana. Es una cuadrilla confundiéndole con un ertzaina, es mi hermano negándolo, y saliendo por patas.
Eta son Juan Karlos, y Joxian, y Josetxo, y David, y Pepe, y Luna. Ahora padres y madres de familia. Votantes de Hb, luego de Eh, luego de Bildu o de quien toque. Que sí, que Eta ha matado, pero también Franco, y el Gal, y las FSE. No todo es blanco o negro, txaval.
Agur, Eta.