Leo la siguiente noticia: catzona.com/2022/vox-denuncia-que-el-81-de-presos-joves-son-estrangers en la cual un diputado de Vox en Cataluña cita los datos proporcionados por la propia Lourdes Ciuró Buldó Consellera de Justícia del Govern.
Primero los datos de prisiones, que podemos comprobar en este enlace: www.idescat.cat/pub/?id=aec&n=881&lang=es donde indica que los extranjeros, que representan el 16% de la población, son el 48% de los reclusos.
En segundo lugar, los datos del Centre Penitenciari de Joves, que resultan ser mucho más alarmantes. El 81% de los internos son extranjeros.
Aquí el vídeo donde el diputado lo expone: www.youtube.com/watch?v=mvdMtTYnZ5U
Al margen de cualquier ideología, estos son datos que deberían preocupar a cualquier persona racional.
Existen múltiples factores que conducen a delinquir, desde la simple necesidad, la incapacidad de controlar los impulsos o deseos, el desprecio hacia los demás y el puro egoísmo. Es una utopía pensar que el sistema vaya a poder corregir todo ello.
Pero cuando se habla de la delincuencia por parte de extranjeros sí hay algo muy simple que se puede hacer. Objetivamente no es ninguna obligación de un país acoger al inmigrante y por tanto se pueden elevar los requisitos a la hora de aceptarles.
Se trata de mejorar la vida de los ciudadanos y por tanto sólo admitir a aquellos que, cuanto menos, tengan perspectivas de aportar algo positivo.
Por otro lado, aunque ya existen leyes al respecto, también se debería aportar voluntad política para hacer cumplir las leyes en cuando a la expatriación de todo ilegal.
Y este y no otro es el sentido de analizar los datos en lo referente a delincuencia por parte de inmigrantes. Es algo de sentido común.
¿Cuál es la respuesta de la Consellera de Justícia del Govern? Pues la respuesta intolerante e irracional de no valorar los datos que ella misma baraja. Obviar el problema, haciendo ver que no existe y acusando de incitar al odio a quien los pone sobre la mesa.
Lo lamentable es que esta es la actitud de una gran parte de la población en lo referente a éste y otros muchos asuntos en los que se pretenda debatir con sentido común los mantras de su ideología. Son ellos los intolerantes, que quieren tapar todo aquello que evidencia las carencias de su discurso.
Son los datos del odio. Y cuando un dato empírico y sin ideología se convierte en objeto de censura, es cuando tenemos que empezar a pensar en que, en efecto, existe una voluntad totalitaria, pero no por aquellos que publican el dato sino por aquellos que pretenden censurarlo.