A las 11:00 horas del 11 de Noviembre de 1918, tras más de cuatro años de sangrientos combates, los cañones callan. Aunque ningún soldado enemigo ha pisado territorio alemán, el Armisticio no deja lugar a dudas sobre el resultado de la guerra, Alemania no tiene posibilidades de resistir durante más tiempo, debe entregar casi toda la Flota, miles de cañones, ametralladoras y aviones, retirarse a la orilla izquierda del Rhin y permitir tres cabezas de puente más allá del río, a la espera de que los Aliados dicten un Tratado de paz. Los alemanes, tras la desaparición del Segundo Imperio, esperan unas condiciones que se ajusten a los términos del Armisticio y los Catorce Puntos de Wilson, pero no son invitados a negociar los términos del Tratado, que resultará un mazazo para sus esperanzas. Tras maratonianas reuniones entre todos los países vencedores, aunque finalmente todas las decisiones trascendentales fueron tomadas por las delegaciones francesa, británica y estadounidense, Alemania se ve despojada de Alsacia y Lorena, que medio siglo después de la Guerra Franco-Prusiana, vuelven a ser provincias francesas, de Eupen-Malmedy a favor de Bélgica, el Norte de Schleswig-Holstein a Dinamarca, y lo más duro, la mayor parte de las provincias de Posen, Prusia Oriental y parte de Silesia se asignaron a la renacida Polonia, en total Alemania se vio despojada de un 13% de su territorio. Para Alemania no se tuvo en cuenta la "autodeterminación de las nacionalidades", que le hubiese permitido la unión con Austria, territorios de Bohemia y no perder la mayor parte de los arrebatados, pues se daría la paradoja de que tras perder la guerra tendría un mayor territorio que antes de la misma. Las reparaciones y el artículo 231, que culpabiliza a Alemania de ser el país responsable de la guerra, también causan gran malestar entre su población, que será debidamente aprovechada por los sectores más reaccionarios del país. Keynes y Toynbee criticaron amargamente los acuerdos tomados en Versalles y ambos vaticinaron con extraordinaria lucidez que se estaban creando las condiciones para que en un futuro próximo la República de Weimar cayese en manos extremistas como preludio de una nueva guerra. Pero, ¿podían haber tomado otras decisiones los líderes reunidos en París? Lloyd George y Clemenceau estaban presionados por sus pueblos, que tras sufrir millones de bajas en combate, no entenderían una "paz sin vencedores ni vencidos" y exigían el castigo de Alemania, tanto en territorios como en reparaciones, y aunque Wilson hablaba de la "ventaja moral" de no solicitar reparaciones, fue consciente de que al menos Alemania habría de pagar por los daños cometidos durante la ocupación de Francia y Bélgica. Por parte francesa se seguía temiendo a un vecino con una población que casi doblaba a la propia, por ello quiso imponer (sin éxito) la adhesión de todos los territorios en el margen izquierdos del Rhin, o al menos crear una Renania independiente que hiciese de Estado tapón. Sí logró que el Ejército alemán se viese disminuido a un máximo de 100.000 hombres con serías restricciones en lo relativo a material moderno, lo que se vivió como un nuevo golpe en Alemania, no por las limitaciones impuestas sino porque el resto de países no se vieron sometidas a las mismas, según los Catorce Puntos de Wilson. En un ensayo titulado " El problema antes de los pacificadores ", el profesor CK Webster sostiene que los líderes políticos en 1918 no tenían ni tiempo ni autoridad ilimitados, ni una hoja en blanco para redactar su Tratado. Antes del final de la guerra, la gente aceptó con entusiasmo los "Catorce Puntos", pero después de eso, querían apasionadamente un culpable de sus sufrimientos, querían seguridad, Renania, Adriático, más colonias y territorios... Webster dice que los estadistas no pudieron hacer un tratado de paz con un "espíritu científico y distante, con la mirada puesta en el futuro". Fueron presionados no solo por los problemas inmediatos del mundo devastado por la guerra, sino también por la ilusión de que una paz elaborada apresuradamente es suficiente para traer la prosperidad de antes de la guerra. Por su parte Toynbee señala que "la paz fue hecha por estadistas que libraron y ganaron una guerra". Los líderes de la guerra, tienen una mentalidad y un temperamento especiales que corresponden a sus deberes de salvar a la nación de la agresión. Cuando llega la paz, naturalmente continúan la lucha. Esto, tal vez, explique los reclamos rapaces contra las naciones derrotadas en 1918. La construcción de la paz es para los pacificadores.
Teniendo en cuenta todos los factores, ¿fue justo el Tratado de Versalles? ¿Pudieron actuar los líderes del momento de otra manera? Fuente, encuesta y debate: www.elgrancapitan.org/foro/viewtopic.php?f=97&t=27554&p=107105