ESPÍRITU DEMOCRÁTICO: una aproximación ética en el contexto actual

Creo que en lugar de poner el foco en una definición de lo que entendemos por “espíritu democrático”, vamos a centrarnos en lo que no es, o no debería entenderse como tal. A través de ejemplos o situaciones habituales, intentaremos acercarnos al concepto en sí mismo.

Veamos, “espíritu democrático” no es, o no puede ser:

  • Difundir bulos, propaganda, manipular, intoxicar, censurar...Ya sea en foros y redes sociales, en tertulias con amigos/as, con familiares, en el entorno laboral, etcétera.
  • Tener la costumbre de tratar de imponer tus opiniones, prioridades, sobre las de tu familia, amigos/as, o tu pareja sentimental. Una relación afectiva que sea asimétrica revela cierto autoritarismo.
  • Descalificar, calumniar, criticar injustamente a compañeros/as de trabajo, estén o no presentes.
  • Adular a tu jefe/a, anteponer tus ambiciones, preferencias o intereses personales, en detrimento del colectivo. El mejor ejemplo de esto es la persona que nunca hace huelga cuando se convoca, y a veces incluso alardea de ello, pero luego no rechaza las mejoras conseguidas por dicha huelga.
  • Apoyar y/o votar a formaciones políticas cuya ideología no defiende los intereses reales de la mayoría de la ciudadanía, y cuyo funcionamiento interno es, abiertamente o no, piramidal, autoritario. En este sentido, conviene aclarar que organizar unas primarias de cara a la galería no es garantía de una participación horizontal y en igualdad de condiciones. Es como lo de votar cada cierto tiempo (cuatro años o el período que esté establecido) que no es prueba irrefutable de un Estado no autoritario, especialmente si no se acompaña de otros mecanismos legales que aseguren la participación activa de las bases, en lo relacionado a los partidos políticos, o de la ciudadanía, en el caso de un país.

Entonces, una persona que no actúe adecuadamente en todas y cada una de las situaciones mencionadas ¿es alguien sin “espíritu democrático?

Como muchas otras cosas, no es un asunto binario, de blanco o negro, A o B, sino que hablaríamos de grados, niveles, proximidad, lejanía... Pero lo que parece bastante evidente es que la coherencia también es importante, porque:

¿Qué diríamos de alguien que en su entorno laboral responde adecuadamente, mientras en su entorno familiar es un/una maltratador/a?

O, por el contrario, ¿Cómo definir a una persona que en su hogar es muy afable y en su trabajo es un/una déspota? Ejemplos de incoherencia hay muchos y variados, pero en las redes sociales se encuentran a diario en grandes cantidades. Es muy frecuente leer a usuarios/as que muestran agresividad verbal injustificada e injustificable: insultos, amenazas, descalificaciones, manipulaciones, mentiras y/o falacias. Es algo muy conocido: cuando no se es capaz de esgrimir argumentos, se recurre a los ataques personales. Ejemplos hay a miles, o millones. En nuestro país los vemos cotidianamente en internet, radio, TV, prensa... Afortunadamente, la hemeroteca está ahí para poner en evidencia a determinados personajes públicos. Tristemente, la propaganda suele ocultar lo que es un despropósito.

En estos casos, y parafraseando a Bécquer (pero incluyendo un adverbio de negación monosílabo):

¿Qué es “espíritu democrático”? Y tú me lo preguntas...