Como cada convocatoria las elecciones gallegas se están interpretando en clave nacional. Desde mi punto de vista es una extrapolación con una validez muy dudosa.
Antes de nada, hay que entender las fuerzas en juego.
El PP de Galicia se parece al del resto del estado en que se llama "PP". A partir de ahí empiezan las diferencias, hasta en lo ideológico. Son de derecha/centroderecha, según la época y a quien se le pregunte, pero mientras el PP de Pablo Casado es poco amigo de todo lo que no sea una visión de España uniforme y centralista, Fraga estableció un partido firmemente asentado en la identidad de Galicia y asumió, vía absorción de casi todo el espectro nacionalista de centro y derecha, muchas de las tesis del galleguismo clásico. Algo que, por cierto, horrorizaría a Castelao y a sus compañeros de filas. El PPdeG, además, nunca ha vacilado en marcar distancias con Génova cuando ha convenido y defiende celosamente su independencia.
El PSOE de Galicia se parece al del resto del estado en prácticamente todo. Y eso es un problemón, ya que a veces se siente que el candidato socialista de turno cuenta muy aproximadamente lo mismo que el anterior y resulta ser muy aproximadamente lo mismo que contará el siguiente. Y sin despegarse ni lo más mínimo de lo que digan en Ferraz. Además su comunicación no suele ser demasiado buena, al centrarse en el espacio urbano y donde el rural suele ser una nota a pie de página en lugar de uno de los ejes de su discurso.
El BNG es una fuerza política que puede despistar un poco. No es un partido, sino una coalición, y sus tensiones internas lo llevan a ir a la deriva alguna vez. La peor crisis que han vivido casi desintegra a la formación y supuso el nacimiento de la difunta AGE, de las Mareas o de Anova, la formación de Beiras. Después de la época horrible de Vence, Ana Pontón ha conseguido enderezar el rumbo, mitad por mérito suyo, mitad por el empeño de las fuerzas escindidas en suicidarse.
Mareas, Galicia en Común + Podemos y quien se una a la fiesta son una oposición bien curiosa. El sueño de cualquier presidente, ya que están más empeñados en pelearse entre sí que en hacer oposición. Si a eso sumamos un liderazgo como el de Villares, que entre errores propios y zancadillas de sus aliados, ha conseguido desencantar a sus seguidores podemos entender por qué tienen un retroceso tan fuerte en las encuestas. Su cabeza de lista, Gómez Reino, es una persona próxima a Pablo Iglesias, y es casi todo lo que sé de él. Tener un candidato desconocido es un problema, pero la tardía dimisión de Villares y la epidemia no le han dado mucho margen para darse a conocer.
Ni siquiera me voy a molestar en hablar de Ciudadanos o Vox, porque sus posibilidades de entrar en el parlamento son mínimas y, en el caso de Vox, vienen a hacer ruido y a provocar a la gente para ganar su ratito de victimismo patriotero y conseguir rascar votos... en Madrid. Con decir que acusan a Feijóo de nacionalista de izquierdas y que han llamado racista a Castelao podéis deducir lo poco que les interesa la política de Galicia.
Como podéis ver, las fichas que hay en el tablero no son muy favorables para la oposición. Veamos ahora cómo las están jugando.
Lo primero, mencionar que Feijóo es un tipo listo. Nadie, ni siquiera sus rivales, le acusan de lo contrario. En la actual crisis se ha puesto a las órdenes del ejecutivo y cuando ha tenido que criticar algo lo ha hecho, pero siempre dando un tono constructivo. No han sido palos absurdos como los de Ayuso o Casado, sino que siempre se quejaba por algo o para algo.
Además, en varias de las correcciones que ha tenido que hacer el gobierno de sus propiso decretos, Feijóo ya había detectado el error y lo había hecho notar, con lo cual sin hacer sangre y sin mucho aspaviento conseguía transmitir lo que le interesaba de cara al electorado: "conmigo estáis en buenas manos". Los números de la pandemia en Galicia le han ayudado, y si hubiese pasado algo la culpa sería del gobierno. Después de todo, el seguía las instrucciones de Sanidad.
El manejo que hizo (hace) de la TVG ayuda: a diferencia de la manipulación de brocha gorda que hemos visto en algunos de sus compañeros de partido, la TVG hace las cosas con mucha más finura y presenta un retrato favorable para sus intereses sin caer en la parodia que pudimos ver en la TVE de Urdaci o en esa burda imitación de informativo que presentaba Merlos en Trece.
Como ya dije, maneja muy bien la comunicación personal y domina el discurso como pocos políticos en España, creando una marca personal muy institucional, lo que se da en llamar "tener una imagen presidencial": siempre cuenta lo que le interesa, hasta donde le interesa, aparentando (la palabra clave es "aparentando") serenidad, competencia y humildad. ¿Os extraña? Veamos cómo ha manejado dos escándalos recientes:
En el caso del paritorio de Verín, Feijóo justificó la necesidad de cerrarlo y cuando no le compraron el discurso ni las agrupaciones locales de su partido ¿qué hizo? Pues dar la vuelta a la tortilla, hablar de que no conseguían facultativos para cubrir las plazas y que lamentaba haber comunicado mal la situación. Y a tomar por culo. Mientras tanto, Gonzalo Caballero iba por las radios diciendo estupideces acerca de un "triunfo de la nueva mayoría progresista" con tono de saber que estaba diciendo una estupidez.
En el caso del bono de turismo para los sanitarios, la idea era darles 250 euros a los sanitarios para que gastasen en turismo dentro de Galicia, como un "modesto agradecimiento" hacia ellos. Los sanitarios lo consideraron un insulto y pidieron que se invirtiese ese dinero en sanidad, algo que el Servizo Galego de Saúde (Sergas) necesitaba ya antes de la crisis. ¿La respuesta de Feijóo? Efectivamente, pedir disculpas por la pésima explicación y decir que van a negociar incentivos y estabilidad laboral para los profesionales. Y a tomar por culo. Mientras tanto, Gómez Reino acusando a Feijóo de "sobornar" a los sanitarios y llamaba al electorado "progresista" a votarle.
En el primer caso, si Caballero se dejase de guiones estúpidos e incidiese en que la presión de la gente y hasta de los propios alcaldes del PP de la zona, consiguió revertir la situación hubiese podido hacer más daño.
En el segundo, Gómez Reino podría haber reclamado mejoras laborales y de medios para el Sergas y sus profesionales como argumento principal. En lugar de ello prefirió hablar de "soborno", que es muy sonoro, pero tapa el resto de reclamaciones.
Y en ambos casos, la insistencia en apelar al electorado "progresista". Si yo fuera ellos enterraría esa palabra bajo una losa. Si quieres quitarle votos al PP no puedes estar apelando a un electorado que ya tienes. A menos, claro, que des por hecho que no vas a conseguir erosionar a Feijóo y simplemente te pelees por las migajas. Teniendo en cuenta que son socios en el Gobierno es una estrategia bien curiosa.
Tampoco es que lo tengan fácil, ya que en la crisis COVID-19 criticar a una Xunta que básicamente seguía las instrucciones del gobierno implicaba criticarse a sí mismos, así que han estado en silencio desde marzo. En el caso de Caballero, tal vez tratando de hacer olvidar que fue el único candidato que pretendía seguir en campaña cuando se suspendieron las elecciones por la epidemia.
Además de eso, Caballero incide en el tradicional error de hablar de "cambio" y no proponer nada nuevo, o revolucionario, o distinto, o simplemente sugerente. La mayor novedad, en una comunidad con tanto en juego en el rural, sector industrial y pesquero, es crear una Consellería de Igualdade. Creo que no se entera de la misa la media, en la línea de su partido.
¿Y el BNG? Pues Ana Pontón ha salido bastante reforzada con esto del COVID-19. Al no tener ninguna responsabilidad de gobierno en Madrid ha aprovechado para dejar atrás los recelos que la parte más moderada de su electorado ante su apoyo al procés y se ha portado de una forma bastante sensata: ha criticado sin deslealtad y cuando ha tenido opción ha intentado hacer valer su escasa influencia en el Congreso en beneficio de Galicia. Además de eso ha mejorado mucho la comunicación de su formación. Se ha dejado de viejos soniquetes que olían a rancio y tiene un discurso más transversal y conciliador, en sintonía con la realidad del voto que recibe.
Esto requiere una explicación para foráneos: muchos de los votantes del BNG (y de sus escisiones) no son realmente nacionalistas y menos aún independentistas: simplemente quieren un partido gallego fuerte que pueda hacer para nosotros lo que hace el PNV por Euskadi, utilizando sus votos en beneficio de Galicia. Y el BNG ha hecho exactamente en estos últimos meses lo que esperaba este electorado.
Además, que el PSOE obviase el acuerdo que alcanzaron con ellos no hace más que fortalecerles y restarle apoyo a Caballero dentro del espacio de izquierda y centro izquierda. Que pidiesen más autoridad para Feijóo a la hora de gestionar la crisis sanitaria porque entendían que su conocimiento de la realidad de Galicia era mejor que el del gobierno, les ha dado una imagen de moderación y de sentido de estado que hemos echado en falta en política nacional, y que realmente es muy agradecido por el electorado.
Tres apuntes más:
- En Galicia el tema identitario no está sobre la mesa. Salvo Vox, a nadie se le ocurre cuestionar la enseñanza del gallego o la existencia y necesidad de promover la cultura propia de Galicia. Podemos discutir sobre matices, formas de hacer las cosas y lo que queráis, pero la identidad de Galicia en sí no se discute. Ni se toca tampoco.
- No hay grandes escándalos de corrupción. Ni el PP, ni el BNG, ni el PSdeG están enredados en líos judiciales por este tema. Como mucho a nivel municipal, pero siempre muy lejos de los candidatos que concurren a estas elecciones. Eso, dificulta bastante erosionar la imagen de Feijóo y también explica su tranquilidad.
- El poco interés que tradicionalmente el Gobierno de España (de cualquier signo) ha expresado hacia Galicia hace que la política gallega se haga en clave gallega y las ocurrencias de Génova o Ferraz apenas influyan. Y por si acaso, desde que Feijóo es presidente, las siglas "PP" han estado cuidadosamente escondidas dentro de sus carteles electorales. Podéis buscar por internet: hasta se han escrito artículos al respecto.