El buque y el zar

El 13 de abril sobre las 9 de la noche, twitter empezaba a llenarse de mensajes sobre un ataque con misiles tierra-mar al Moskva, buque insignia de la marina rusa en el Mar Negro. Se decía que 2 misiles Neptuno habían impactado contra él y estaba en llamas. Rápidamente, numerosas cuentas prorrusas empezaron a desmentirlo y a acusar de propaganda a las autoridades ucranianas que ya confirmaban dicha información desde sus cuentas oficiales. Pero llamaba la atención que el gobierno ruso no desmintiese la noticia. Fue ya casi a las 2 de la madrugada cuando la agencia rusa Tass publicaba un comunicado sobre una "explosión de municiones" en el buque cuyas causas "se están investigando" que provocó daños muy graves a bordo y llevó a la evacuación de la tripulación. Decididamente, los ucranianos habían destruido el Moskva. 

 

A esa misma hora, twitter se llenaba con vídeos sobre las brutales explosiones que se estaban produciendo en el aeropuerto de Kherson, controlado por los rusos, que había sido alcanzado por disparos de artillería ucranianos, provocando un estallido masivo en los depósitos de armas y municiones. Esta mañana, el portavoz militar del Kremlin amenazaba con ataques directos contra los "centros de mando" ucranianos si Ucrania continuaba su escalada. Una amenaza hueca, pues sabe perfectamente que la situación empeoraría drásticamente para los rusos si, en un país parcialmente ocupado, bien armado por Occidente y con la población masivamente en contra del ocupante, convierte en mártires a sus líderes.

 

¿Es Putin el nuevo Nicolás II, futura víctima de la inmersión de su país en una guerra absurda y destructiva para los rusos? Aunque los caracteres de ambos personajes son drásticamente distintos, su situación se parece cada vez más. Rusia pierde la guerra, y la pérdida de su buque insignia representa una manifestación de esta realidad singularmente intensa, simbólica y nefasta para el Gobierno ruso. Ucrania tiene millones de combatientes motivados para hacerle frente, y está recibiendo todo tipo de armas de decenas de países, armas que ya no son sólo misiles antitanque o antiaéreos, sino tanques polacos o eslovacos. Ucrania tiene una razón muy poderosa por la que luchar: su soberanía, su sueño de integrarse en la Unión Europea (curiosos nazis, que ansían formar parte de la organización internacional más respetuosa con los Derechos Humanos en lugar de unirse a la cárcel homófoba y liberticida putinista) y su férrea voluntad de no ser una colonia rusa. Los rusos, en realidad, no tienen nada por lo que luchar, porque esta guerra no tiene una causa real más allá del desnudo imperialismo.

 

¿Dudáis de lo que acabo de afirmar sobre los motivos netamente imperialistas de la guerra de Putin? Entonces escuchad a sus propagandistas en la televisión rusa (a partir del minuto 10) www.youtube.com/watch?v=7JGe19LhZjo Ucrania ES Rusia QUIERA O NO, y si tenemos que permanecer 15 años en su territorio ocupándola militarmente para limpiarla de "nacionalistas", lo haremos. En realidad, Ucrania no representaba ninguna amenaza militar ni de ninguna otra clase para Rusia. Simplemente, Putin no podía tolerar que se alejara de su esfera de influencia, y ha usado el ejército para impedirlo.

 

¿Es Putin el estúpido Stalin que invadió Finlandia sin motivo en 1939, y provocó una derrota militar de la URSS tan escandalosa que animó a los nazis a atacarle, al constatar que era un gigante con los pies de barro? Me recuerda poderosamente a él, y su posición es mucho peor que la de Stalin. Primero porque nadie va a invadir el territorio ruso y dar con ello una razón verdadera a los ciudadanos rusos para movilizarse y comprometerse con la guerra. Segundo porque la actual sociedad rusa no es la disciplinada y sacrificada sociedad soviética, dispuesta a dar su vida por la "madre patria". Tercero porque las sanciones internacionales están provocando un encarecimiento descomunal de la vida en la ya muy empobrecida Rusia, aparte de centenares de miles de nuevos parados que trabajaban en las empresas extranjeras que se han largado. Y cuarto porque las bajas rusas se cuentan por millares, y eso son millares de familias recibiendo féretros en todos los pueblos y ciudades rusas. Una situación insostenible a medio y largo plazo que puede acabar provocando una sublevación popular a gran escala, posiblemente apoyada por los oligarcas que están perdiendo centenares de miles de millones de euros en liquidez y propiedades de lujo embargadas.

 

¿Y las armas nucleares rusas? Estúpido, nadie dispara contra tres tíos que le apuntan con sus pistolas si éstos no aprietan el gatillo antes. Podrá apuntarles para disuadirles de dispararle, pero nunca usará su pistola si ellos no oprimen el gatillo previamente, porque sabe que representará su muerte. Putin sabe que usar las armas nucleares implica el fin de Rusia, y sólo las usaría si un ejército extranjero invadiese el país y cercase el Kremlin. Y posiblemente ni entonces, porque el Estado Mayor se lo impediría y negociaría la paz. Es absolutamente imposible, por absolutamente irracional, que Rusia vaya a usar armas nucleares porque un país fronterizo apoyado por todo Occidente se niega a rendirse.

 

Así que Putin tiene dos opciones. Salir de Ucrania con concesiones simbólicas como que Ucrania se compromete a no entrar en la OTAN durante cien años (lo cual no tiene mayor valor práctico, pues la OTAN ya ha dicho que no quiere a Ucrania) o desangrar económica y militarmente a su país, convirtiéndose en el nuevo Nicolás II que, por estar totalmente fuera de la realidad, metió a su país en una espiral de sufrimiento extremo y absurdo que le costó el poder.