Me tengo que suicidar, no me queda más remedio. Me he metido en un agujero del que no tengo capacidad mental ni física para salir.
Ninguna pena. Soy un gilipollas, mala persona, mal padre, mal compañero. Desde que era un niño he tenido problemas con mi familia y con los demás. Hay algo dentro de mi cerebro que no está bien, nunca lo estuvo. Gasté mucho dinero en psiquiatras y psicólogos, terapias alternativas y demás, para no dar con la clave de por qué soy así de imbécil. Si habéis visto Torrente, soy lo mas parecido que hay pero en la vida real.
Ahora, para no dañar más a mi familia y llevarles a la pobreza y a una vida aún más desgraciada de la que ya tienen al tener que soportarme cada día, la única solución es desaparecer.
Pero es difícil. Lo fácil es tomar dos cajas de alguna pastilla y dormirme, pero ya que he sido tan mal padre, no quiero dejar a mi mujer e hijos el marrón de pensar durante toda su vida que su padre o marido se suicidó.
Había pensado en un accidente. Coger el coche y estamparme contra un muro a 160 por hora. Pero no tengo cojones. ¿Te imaginas que sobrevivo? Aparte de que eso requiere aguantar el volante recto hasta el final, y no sé si soy capaz. Como buen egoísta, no quiero sufrir. Y eso que ahora sufro una barbaridad, pero no es lo mismo.
Ni siquiera sirvo para quitarme de en medio. Pero no me queda más remedio.
· Esto es un artículo de Menéame, así que cualquier parecido con la vida real es pura coincidencia. Pido a los que gestionan esta página que no intenten dar conmigo via IP o como sea, ya que, por supuesto, esto es solo literatura.