Corrupción, desgaste y desilusión

Yo ya no pasaba por aquí. Debo admitir que llegué a tener adicción a abrir Menéame por si encontraba alguna noticia positiva o algo que por fin cambiase las cosas. Leía comentarios y me frustraba más de lo que me reía. Y hoy vuelvo a entrar, como las últimas veces que escribí un artículo, aunque esta vez con tristeza.

 

Debería estar contento porque, con 37 años, he conseguido volver a vivir a España y abrir una fundación tras más de 15 años trabajando fuera. He colaborado con redes de asociaciones, empresas, universidades, el centro de recursos de participación de la Comisión Europea y muchos más.

 

Trabajo por sociedades más justas y diversas, para que los derechos humanos y la salud mental estén reforzados en barrios y comunidades con más participación. Aunque suene a izquierda, esto siempre había sido base para todos, transversal a ideologías. He realizado proyectos increíbles con ayuntamientos y gobiernos progresistas, conservadores e incluso dictaduras religiosas. Cuando llegué a este pueblo, el partido en control del ayuntamiento había cambiado, del cortijero a los azules. En el bar la frase era: "Yo voté al PP, pero no porque piense como ellos, sino porque había que echar al otro".

 

Elegí este pueblo porque buscaba un lugar donde dejar de ser un mercenario yendo a implementar proyectos en otros países. Quería hacer aquí todo lo que he aprendido durante esta vida. Al llegar con una sonrisa a ofrecer gratis todo lo que me pagaban para hacer en otros sitios, en el ayuntamiento me dijeron que dejase de ir, que "proyectos de derechos sociales ellos no hacían, y punto".

 

Este pueblo me inspiró a incluir en los estatutos de la fundación un punto que nunca habíamos abordado antes: volver a darle vida a edificios públicos en desuso. Había una antigua escuela taller de restaurante y otra de hotel, una al lado de la otra. La propuesta era reacondicionar el hotel como residencia artística para atraer e inspirar a creadores del mundo. En el sótano del hotel hay un spa; la propuesta era reacondicionarlo para personas con necesidades especiales. 

Con la casa taller de restaurante, queríamos crear una ludoteca en la que cada habitación pudiese ser usada para jugar juegos de mesa, videoconsolas, estudiar, empezar un emprendimiento... lo que la gente quisiese. Y gracias a la cocina del bajo, un restaurante popular para la gente mayor del barrio, sola durante el curso escolar. Artístico, educativo, social, participativo, cultural. No pedíamos dinero, solo preguntábamos por la posibilidad de hacerlo para poder crear un presupuesto. Los querían vender porque eran proyectos del antiguo alcalde.

 

Antes de estas últimas elecciones, preparé una carta de compromiso con cinco puntos para que el pueblo tenga más transparencia, participación y oportunidades culturales. Fui a ver a todos los partidos políticos. Izquierda Unida no quiso firmar porque "de todas formas ya lo hacen" y yo soy del cortijero. El PSOE no firmó porque tenían guerra interna entre sus concejales, que duró hasta hace unos meses. El partido del cortijero firmó. Y el alcalde firmó tras decirle quién lo había firmado diciendo "por supuesto, en elecciones se firma cualquier cosa".

 

Cuando en estas últimas elecciones ganaron con mayoría absoluta, pasé semanas preparando la mejor propuesta posible. Me recibieron hace un año, celebrando que querían nuestras ideas porque, como ya sabíamos, se gastaron todo el presupuesto del año en fiestas para ganar las elecciones. Les salió muy bien, pero no podían hacer nada más. Estábamos abriendo todo el verano la casa de la juventud, no nos dieron 120 euros para juegos de mesa; meses más tarde compraron una televisión gigante, materiales y pintaron la sala de su azul por 7000 euros.

 

La propuesta incluía dos proyectos, del Consejo de Europa y de la Comisión Europea. El primero era para financiar la creación de un consejo de la juventud que co-gestione juventud, siguiendo el ejemplo del Consejo de Europa, con formaciones, ayuda jurídica y dos conferencias, una nacional y otra internacional. El segundo era para hermanarse con una ciudad de Ucrania, con el Consejo de la Juventud de Ucrania, y hacer viajes y actividades conjuntas durante el año. Pensaba que no podía haber mejor regalo de inicio de mandato que este combo.

 

Fui toreado durante más de un año con el plan más sencillo: alagar la idea, no decir que no, pero nunca hacer nada. Posponer reuniones para que pasen semanas, pedir una pregunta más con cada email, respondidos con cada vez más distancia. Desgaste sin esfuerzo hasta que desistí. Trabajadores públicos explicándome que si aún no me han preguntado cuánto se llevan ellos es que realmente se creen "lo de los derechos humanos" y no van a hacer nada conmigo. Empresarios, sorprendidos al oír sobre los valores de la fundación, preguntando qué me pidieron en el ayuntamiento para ellos. Constante recuerdo.

 

Todo el pueblo sabe y tiene mil ejemplos de cómo el ayuntamiento es corrupto. Escuchando a la antigua alcaldesa explicar cómo lo importante es decir que va a hacerse un proyecto grande, porque entonces se cobra, se está entretenido unos años y luego ya si se hace, qué importa. Concejales peleándose por presupuestos para repartir a sus amigos, de vez en cuando contratando a alguien o pagándoles parte del alquiler, a dedo, y si hay licitaciones, estas salen sin anuncio y avisando por privado. No es algo que a nadie le sorprenda, es algo que nadie niega y está en la conversación diaria.

 

Llevo seis meses sin intentar nada con el ayuntamiento, sin perder el tiempo, sin mostrar esperanza de que se puede lograr algo. Con el nuevo tiempo disponible, tras una residencia artística fabulosa para diseñadores de escape room (a los que el ayuntamiento no les quiso dejar un espacio para crear una escape room gratuita para toda la juventud del pueblo), empezamos a hablar con distintos colectivos de arte y música y pensamos en un proyecto para tener una alternativa a festivales durante este verano.

 

En un pueblo cercano conseguimos un gran espacio, con un pequeño equipo empezamos a mover la idea con muy buena recepción. ¿Existe una escena cultural y artística propia en esta parte de España? Llegamos a bastantes colectivos, lo teníamos todo menos audiencia, nadie compraba las entradas, tuvimos una participación mínima en sorteos, poner buses no cambiaba nada. 

Por algún motivo ese proyecto tampoco cuajaba entre la gente y no lográbamos vender entradas. Esta noche hablamos de que no tenemos público y no se va a poder hacer. Antes de hablar de opciones, el chico gracias al que todo empezó, aunque después no arrancase, al ver que no va a ocurrir el evento, se sale del grupo de coordinación y me dice que ya sabía que al ayuntamiento no le gusto, que tenía que haber visto que yo huelo raro y no soy trigo limpio, hasta que me va a denunciar al cuartel.

Creo que no podía haber recibido un insulto peor tras haber invertido tanto tiempo, convirtiendo esto en más de un año de trabajo, sin ningún ingreso y posponiendo proyectos constantemente hasta cancelarlos tras infinitos retrasos. Tenía que sacármelo.

 

Media hora antes, estaba en una reunión con dos empresarios que querían hacer una donación a la fundación y colaborar en un proyecto. En realidad, buscaban una fundación que pusiese la cara y el sello de mecenazgo y cultura del ministerio para recibir una donación de un millón de euros, que decían desgravaría al 120%, aunque yo pensaba que 40% es el máximo. La primera condición era contratarles como consultores con un contrato de medio millón y contratar el otro medio millón con la empresa de uno de ellos para hacer realmente un proyecto de 150.000 euros. La fundación pondría la cara y quizás se quedaría con 15.000 euros.

 

Hacía falta firmar un contrato de confidencialidad para saber los detalles del proyecto. Intenté entender la situación y cómo algo así sería posible. Pregunté y compartí. Paró la conversación diciendo que no nos íbamos a entender coordinando el proyecto. "Que me vaya a ganar el Nobel de la Paz", fue como se despidió.

 

Y tras intentar soltarlo todo y que suene coherente, no me siento menos pequeño y solo. No puede ser todo corrupción, chanchullos, vaguear y mínimo esfuerzo. Ya es bastante frustrante que hayamos evolucionado de erguirnos para comer una fruta a madrugar para pagar impuestos. ¿No es más sencillo encontrar juntos una alternativa más cómoda que alargarlo y hacerlo más difícil para el resto y nosotros mismos?