Coronel Robert L. Howard, que durante la Guerra de Vietnam fue nominado en tres ocasiones a la Medalla de Honor y a quien se le concedieron ocho Corazones Púrpura, aunque en realidad fue herido catorce veces, pero pensó que seis de ellas no eran lo suficientemente graves para merecer el premio.
Único en la historia militar estadounidense, este nativo de Opelika, Alabama, fue recomendado para la Medalla de Honor tres veces en trece meses por acciones de combate separadas, presenciadas por sus compañeros Boinas Verdes. La primera fue en Noviembre de 1967. Mientras que un destacamento SOG destruía un alijo vietnamita, Howard se adelantó y se enfrentó a una gran fuerza enemiga. Mató a cuatro soldados y eliminó a un francotirador del NVA. Luego, "inmovilizado por una ametralladora que disparaba a sólo seis pulgadas sobre su cabeza", disparó y mató toda la dotación de un cañón del NVA y después destruyó otra posición de ametralladoras con una granada. Desmoralizó tanto a la fuerza enemiga que los vietnamitas se retiraron. Esta recomendación para la Medalla de Honor fue rebajada a una Estrella de Plata.
El siguiente incidente ocurrió un año después. Acompañando de nuevo a una fuerza mayor del SOG, actuó magníficamente, destruyendo con una mina un tanque PT-76. Un día más tarde eliminó a un equipo de cañones antiaéreos, y después rescató a la tripulación de un Huey derribado. Herido repetidamente, sangraba por los brazos, piernas, espalda y cara, pero se negó a ser evacuado. Nuevamente nominado para la Medalla de Honor, su recomendación fue rebajada, esta vez a la Cruz de Servicio Distinguido.
Sólo seis semanas después, Howard se ofreció a acompañar a un pelotón que iba a Laos en busca de un hombre de reconocimiento desaparecido, Robert Scherdin. Emboscado por una gran fuerza enemiga, Howard fue gravemente herido, su M-16 voló en pedazos, pero se arrastró para ayudar a un Teniente herido, luchó contra los soldados del NVA con granadas y luego con una pistola del 45, y se las arregló para arrastrar al Oficial a un lugar seguro. Después de haber sido atravesado y quemado por metralla "pensamos que nunca lo volveríamos a ver, pero se ausentó sin permiso del Hospital y volvió en pijama para saber que lo habían nominado de nuevo a la Medalla de Honor". Esta vez fue a Washington, con la seguridad de que sería aprobada.
Howard no conocía la palabra "desesperado". Muchos años después explicó su forma de pensar durante la operación de la Medalla de Honor: "Tenía una opción: acostarme y esperar, o seguir luchando por mis hombres. Si esperaba, apostaba a que las cosas mejorarían mientras yo no hacía nada. Si seguía luchando, sin importar lo doloroso que fuera, podía multiplicar las probabilidades de que la recuperación de mis hombres y una retirada segura fueran posibles".
Aunque finalmente fue enviado a casa, volvió una vez más, para pasar con nosotros los últimos meses antes de su ceremonia de Medalla de Honor. Para entonces ya había servido más de 5 años en Vietnam. ¿Por qué tanto tiempo en Vietnam? "Supongo que es porque quiero ayudar en todo lo que pueda", explicó Howard. "También puedo estar aquí donde puedo usar mi entrenamiento; y además, tengo que hacerlo - es la forma en que me siento acerca de mi trabajo."
LA TRADICIÓN GUERRERA.
La ética de los guerreros fue algo natural para Bob Howard. Su padre y cuatro tíos habían sido paracaidistas en la Segunda Guerra Mundial. De ellos, dos murieron en combate y los otros tres sucumbieron a las heridas después de la guerra. Para mantener a su madre y a sus abuelos maternos, él y su hermana recogieron algodón. También aprendió el civismo sureño a la antigua, quitándose el sombrero ante cualquier dama y respondiendo: "Sí, señora".
También poseía un profundo sentido del honor y la justicia, y vivía según su código de guerrero tácito, con las prioridades de la misión, los hombres y sus propios intereses al final. Encajaba perfectamente como líder que seguirías a través de las puertas del infierno, si pudieras seguirle el ritmo. Un defensor de la buena forma física, incluso tenía a los miembros de la tribu Montagnard corriendo y haciendo gimnasia.
Después de poner la Medalla de Honor en el cuello de Howard, el Presidente Nixon le preguntó qué quería hacer el resto de ese memorable día: un almuerzo con el Presidente, un tour por la Casa Blanca, casi cualquier cosa. Howard pidió simplemente que lo llevaran ante la Tumba del Soldado Desconocido para compartir sus pensamientos con otros que se habían ido antes que él. Pero en aquel momento, la mayoría de los medios de comunicación estadounidenses, reflejando los sentimientos anti-guerra de ese período, no dijeron ni una palabra sobre Howard o sus valientes acciones, aunque para cuando recibió la Medalla de Honor era el soldado más condecorado de Estados Unidos. Fuente: www.elgrancapitan.org/foro/viewtopic.php?f=111&t=24527&start=3