Antes de comenzar esta disertación cuñada sobre la construcción de la identidad nacional, aprovechando la ocasión del referendum independentista de Cataluña, quiero dejar claro mis orígenes para que se pueda comprender mejor mi opinión.
Soy ceutí, perdón, me siento ceutí, porque técnicamente nací en Algeciras, provincia de Cádiz, y por tanto técnicamente soy andaluz, aunque en Andalucía propiamente no habré vivido más que unos meses a lo largo de toda mi vida. Sin embargo me crié entre Ceuta y Madrid, mi familia es principalmente ceutí, y la cultura ceutí es la cultura andaluza, aunque los andaluces nos dejaran fuera de su estatuto de autonomía. También me siento español, muy español y mucho español como diría el cuñado mayor Rajoy. Me siento más español que la mayoría de castellanos y andaluces, y luego explicaré porque yo me siento más español que ellos. A lo largo de mi vida he residido en Algeciras, Segovia, Ceuta, Madrid, Londres, Calahorra (La Rioja) y actualmente Alicante. Además mientras vivía en Calahorra trabajaba en Navarra. Como veis no soy un árbol de fuertes raíces ancladas a la tierra, sino más bien una maceta que se adapta más o menos bien a cualquier hábitat. Y digo más o menos bien, porque a pesar de sentirme español, en Calahorra descubrí que tras pasar mi adolescencia y juventud en Madrid, tengo más en común con un londinense que con un riojano, a excepción claro está, de la lengua.
Y con esta introducción inicio mi disertación explicando mi sentimiento español, que yo creo que es mucho más pronunciado que el de un castellano o un andaluz. Yo me siento español por contraste. Por haber vivido en una zona fronteriza con un país tan radicalmente diferente al nuestro. Inevitablemente esa situación te genera un sentimiento de identidad. La identidad no es más que identificarte con un grupo de personas con las que compartes unos rasgos en común. Y viviendo en Ceuta te identificas como Ceutí, como español y como europeo, pese a estar en África. Es curioso pero si le preguntas a un niño musulmán de Ceuta como se identifica a sí mismo, se identificará como musulmán lo primero, por encima de la ciudad, el país o la lengua. No dirá soy ceutí, soy español, soy marroquí, soy árabe, soy bereber, soy europeo o soy africano, para los musulmanes la religión marca su identidad muy por encima de su nacionalidad. No sucede lo mismo con la cultura cristiana, al menos desde hace algunas décadas, nosotros ponemos otros criterios por delante de la religión, como la nacionalidad, la lengua o la raza.
Llegados a este punto y antes de que comencéis a etiquetarme o insultarme, debo decir que no necesariamente tener un sentimiento identitario te hace comulgar con ruedas de molinos, o te hace sentirte mejor o superior a otros grupos. A mí en los deportes me alegra que gane la selección española o que gane un español como Nadal. Pero también me alegra que gane un latino cuando no puede ganar un español, y prefiero que gane Argentina a Alemania, porque quizás pongo la lengua por delante de la geografía, quizás porque como ceutí la geografía me perjudica. Los sentimientos no tienen por qué ser racionales. Sin lugar a dudas envidio a Alemania, a Francia o a Reino Unido en muchos aspectos, y me encantaría que en España evolucionáramos y nos pareciéramos un poquito más a los anglosajones. De hecho puestos a hablar de identidades me gustaría que mis hijos se sinieran más europeos que españoles, como los estadounidenses se sienten más americanos (como ellos se autodefinen) que tejanos o californianos. Porque creo que el progreso es eso, sentirnos cada vez más globales, destacar lo que nos une, una serie de valores y sentimientos que todos compartimos porque somos humanos, en vez de explotar las diferencias culturales para levantar barreras. En vez de enfrentarnos al vecino o a la tribu rival por pequeñas afrentas. Juntos podemos lograr cosas increíbles. Enfrentados solo logramos desigualdad y guerras.
Ser o sentirse español no tiene nada que ver con aceptar o tolerar la corrupción de nuestros políticos y grandes empresarios. No es sinónimo sentirse español con votar a Rajoy, igual que no son antónimos sentirse español y ser de izquierdas. Poner etiquetas a los demás nos ayuda a simplificar el mundo, pero no a comprenderlo mejor.
Y llegados a este punto hablemos de España y Cataluña. Yo nací en democracia, en 1983, es decir que soy de los más viejos de esa generación que ahora llaman millennial. En esa España recién salida de la, dictadura "nacionalcatolicista" de Franco, aquel que hiciera manifestación de la patria era tachado de facha. Lo español se asociaba al franquismo. Y la modernidad, la democracia, y el futuro se asociaba, por contraste, a todo lo que no era español. Así los españoles abrazamos la descentralización y la europeización (que no es otra cosa que la cesión de soberanía a un organismo supranacional) dos ideas que parecen antagónicas entre sí, pero a las que en España supimos dar encaje, tanto que el mayor miedo de los independentistas catalanes es dejar de formar parte de la Unión Europea.
El franquismo provocó que en España nadie, ni siquiera el PP, quisiera construir una identidad nacional española. Nadie se atrevió a dotar al himno nacional de letra. Nadie quiere hacer ondear la bandera nacional en las ciudades (Recuerdo que la bandera de España de la Plaza de Colón de Madrid supuso un conflicto político y noticiable. Mientras en cualquier pueblo de los EE.UU. verás banderas americas por doquier, pero lo mismo pasa en otros países como Francia o Marruecos) Y mientras el gobierno español nunca construyó identidad nacional, ni nuestro cine, ni nuestro sistema educativo, ni nuestras instituciones. Mientras nadie en España construía sentimiento de españolidad, a excepción del deporte. En Cataluña sus instituciones, su sistema educativo, su cine y su música construían un fuerte sentimiento de catalanidad en la primera generación nacida en democracia. Sí, los millennials catalanes son seguramente la generación de catalanes con mayor sentimiento catalán de la historia. Y como ya he dicho, los sentimientos no son racionales. También he comentado antes que la construcción de la identidad se da mediante el contraste, y para generar ese contraste se hizo especial hincapié en la lengua como elemento diferenciador e identitario, por eso el movimiento catalanista no sólo es independentista, sino anexionista, y su criterio no es histórico (Reino de Aragón frente a Reino de Castilla) sino lingüístico (Països Catalans) Incluyendo bajo este espacio a todas aquellas regiones españolas, andorranas y francesas de habla catalana. La construcción de esta identidad fue llevada a cabo por las élites catalanas como medida de fuerza frente al Gobierno central para lograr condiciones más favorables para esas élites. Pero los sentimientos no son facilmente controlables, y hemos llegado a un punto en el que ese esfuerzo por romper puentes y reafirmar la diferencia, junto a la crisis económica, política e institucional de nuestro país ha llevado a que aquellas personas que se sienten catalanas y no españolas, junto a aquellas que se sienten catalanas antes que españolas vean en la independencia parte de la solución de sus problemas, así como una reafirmación de la identidad de grupo. Y los mismos políticos y élites catalanas que construyeron ese sentimiento sin el objetivo de la independencia se han visto forzados a sumarse a la ola para no perder su poder e influencia. Esto sumado a la ineptitud de los dos peores gobernantes que han tenido este país desde el Conde de Godoy, Zapatero y Rajoy, nos ha llevado a este callejón sin salida que es un referendum de independencia ilegal y una fractura en la sociedad catalana probablemente incurable.
Yo evidentemente no tengo soluciones al problema, aunque no soy ciego y sé que esta situación solamente se resuelve de dos maneras, con independencia para Cataluña y una nueva España recentralizada de la cual seguramente también se independizaran más tarde o temprano otras regiones como Euskadi, Navarra, Galicia, Baleares o Comunidad Valenciana, o mediante la reforma del estado para construir una España Federal, un estado no nacional, sino conformado por un conjunto de pequeñas naciones confederadas, lo que implica rehacer desde cero la constitución española. En ambas soluciones al conflicto creo necesaria la opinión de todos los españoles, y no sólo los de una parte de España, porque también creo que en democracia hay cauces legales y políticos para plantear y resolver estas situaciones, y no creo en atajos como el terrorismo de ETA o las desconexiones, referendums ilegales y declaraciones unilaterales de independencia.
Creo que se equivocan los que piensan que el problema de Cataluña es una cuestión económica, no señores, eso era así antes, con los Pujol y Ciu. Ahora es un problema de sentimiento e identidad nacional, y ese problema no se resuelve con dinero, aunque su resolución tendrá importantes consecuencias económicas. Sino que se resuelve reconociendo oficialmente esa identidad nacional, en el encaje sociopolítico más aceptado por la mayoría democrática de las dos partes afectadas.
Por último y para terminar, respeto el sentimiento identitario de los independentistas y nacionalistas catalanes, igual que espero que ellos respeten mis sentimientos, entre ellos el de perder un pequeño trocito de lo que nos hace españoles, porque yo tengo en mi sentimiento e identidad los JJ.OO. De Barcelona, que fueron de todos los españoles y nuestra presentación al mundo como país avanzado y democrático. Siento como españoles a grandes artistas como Dalí, Miró o Gaudí, y a grandes deportistas como Pau, Marc, Corretja, Bruguera, etc. Siento como españolas las empresas catalanas, o la gastronomía catalana, el pan tumaca, el fuet, la butifarra o los calçots. Todo ello forma parte de mi identidad como español, y cuesta trabajo asumir que pronto toda esa parte se quiere separar de ti. Pero que respete los sentimientos identitarios catalanes no me hace comulgar con las formas, no todo vale para lograr vuestros objetivos. Al igual que no comulgo con ese sentimiento de superioridad y despectivo hacia el resto de españoles. No señores independentistas, no por sentirnos españoles somos fachas ni antidemócratas, ni necesariamente inmovilistas, ni tampoco conservadores. Y por cierto, no me vendan como progreso su independentismo. Yo respeto su identidad y sus ansias de independencia, pero no hay nada más carca que eso, el progreso está en la globalidad, y la izquierda siempre ha sido internacionalista. Así que no se engañen, ustedes, con todo su derecho a sentirse y a demandar la independencia, son tan o más fachas que yo.