Breve historia del Universo

Empezando por el principio, es justo dejar claro que en realidad nunca hubo algo que contar, o mejor dicho; en realidad lo único que siempre hubo, hay, y habrá es una eterna unidad inmutable a la que podemos denominar la Nada. Y como nuestro viejo amigo Parménides ya avisó: de la nada, nada surge. ¿Pero cómo, se preguntará el lector, es posible entonces que nos encontremos nosotros por estos lares filosofando sobre la historia de un mundo que por principio no puede existir? Muy fácil: en realidad (léase el énfasis en la palabra realidad) y pese a que nos parezca lo contrario, no hay NADA, o mejor dicho; en realidad lo único que hay es la Nada. También respondemos de camino a Gottfried Leibniz y a su famosa pregunta: ¿por qué hay ente, y no más bien nada? La respuesta queda ya clara: en realidad no hay ente, sólo la Nada. Finiquitando de camino con ello cualquier propuesta ontológica. Se trata de una propuesta filosófica totalmente completa que no deja hueco o pregunta sin responder.

Pero claro, si en realidad sólo tenemos una inmutable y eterna ausencia infinita, una absoluta Nada existencial carente de ser y de movimiento; sin causa ni destino, una esencia trascendental de la que nada puede realmente surgir: ¿cómo es que nosotros percibimos entonces entes y objetos en continuo movimiento? Respuesta corta: todo lo que nuestra mente percibe es pura ilusión cognitiva de multiplicidad y de ser.  

La respuesta larga requiere de conocimientos de física moderna y de un par de preceptos de partida que voy a enlazar en modo de vídeo para ahorrar tiempo ;). Se trata de dos aportaciones (maravillosas) de divulgación de dos maestros con canales imprescindibles de seguir en YouTube (el del doctor Javier Santaolalla y el doctor Matthew O’Dowd):

Pues bien, si habéis tenido la paciencia y el interés para ver estos dos vídeos continuemos a partir de ellos con nuestra breve historia del Universo:

I

En el principio...y en el final, fue la Nada. Y nada nunca surgió realmente de ésta eterna, inmutable, incausada, absoluta e insustancial Nada. Para dejarlo claro: de lo único realmente existente; la intemporal Nada, nunca emergerá ente alguno real y que sea distinto en esencia a esta ilimitada e inextensa Nada. Los límites quedan claros.

Sin embargo, había dentro de estos límites lógicos lugar para la ilusión. Nada real con alguna diferencia esencial podía emerger en dicha Nada, pero sí era lógicamente congruente la representación de casi cualquier cosa con tal de que, en esencia, dicha proyección no pudiese tomarse como un ser o existencia netamente real. Si la ficción de un determinado ser era de modo tal que en esencia nada realmente era creado o modificado, no había impedimento para que dicha alucinación no tuviera lugar.

Y así fue como un gran número de tales irreales representaciones tuvieron lugar dentro de este conjunto de proyecciones posibles: esto es; aquellas que, pese a ser proyectadas, realmente dejaban en esencia el estado natural de la Nada inalterado

Como decimos, a pesar de la eterna unidad esencial de la Nada, innumerables ilusiones de ser sucedían sin cesar. Una infinidad de ellas, de hecho. Simplemente debían cumplir la mencionada norma: dejar inalterada la esencia real del absoluto vacío existencial.

II

Y es así como la ilusión de nuestro Universo se gestó y nutrió: sus leyes y propiedades fueron tales que, en esencia, no se puede considerar al fenómeno inmanente a él como real. Puntualizando:

Imagina que, a la eterna unidad de la Nada, al real y esencial vacío existencial, al verdadero Ser; le añades una regla arbitraria básica que dice que es posible la emergencia de "algo" nuevo y distinto a la Nada, pero que no modificará en esencia su estado de unidad inmutable puesto que ese "algo" va a desaparecer de nuevo antes de que sea capaz de llevar a cabo de manera efectiva cambio alguno: es decir, que este "algo" va a aparecer y destruirse de manera tal que la naturaleza del absoluto vacío existencial no se podrá decir que se ha visto realmente afectada. 

Este "algo" es por tanto un ente "virtual" e ilusorio. Carente de sustancia, simplemente podrá constituir una ilusoria y falsa sensación de ser "algo" distinto a la Nada.

Esta regla, o mejor dicho, este conjunto de reglas arbitrarias, pueden ser, además, muy variadas; y simplemente deben conseguir que cualquier cosa que generen sea una representación ficticia sin efecto neto real sobre la invariante e inextensa Nada.

III

Una de estas reglas permitidas puede decir así: "es posible la apariencia de 'algo' diferente a la Nada, siempre y cuando ese 'algo' tenga propiedades tales que netamente nada realmente sea necesario para su creación, y que además su ser sea tan efímero que no se pueda decir que algo realmente existió".

Este tipo de regla la podemos ver, de hecho, en acción en nuestro Universo en las llamadas partículas "virtuales" de las que habla el modelo estándar de partículas, las cuales aparecen y desaparecen con la condición de que realmente no se pueda decir que 'algo' fue creado: de ahí su apodo como "virtuales". Esta regla toma forma matemática bajo el principio de incertidumbre y viene a decir que cuanta más energía posea ese 'algo' "virtual" que emerge menos tiempo puede durar antes de desaparecer de modo que netamente nada real de ellas pueda (por principio) ser medido o notado. El vacío cuántico permite así la emergencia de estas partículas de la nada cuántica con tal de que sean devueltas a la nada en proporción directa a su condición de ilusión o virtualidad.

Pues lo que se propone en estas líneas es dar un paso más y establecer que una regla similar podría aplicar a nuestro propio Universo como un todo. Podría aparecer y desaparecer de la Nada absoluta de modo y cuenta que posea una condición de "virtualidad" similar a la de las partículas virtuales del modelo estándar.

IV

De este modo la regla anterior permite la aparición de, literalmente, una infinidad de estados "virtuales" y ficticios que no llegan a ser, puesto que no modifican en esencia a la invariante Nada.

A cada uno de estos distintos estados "virtuales" los podemos denominar si queremos universos; y al conjunto completo de todos estos ilusorios universos posibles podríamos denominarlo multiverso.

Hay que dejar claro que estos Universos "virtuales" no poseen ni ocupan espacio, ni tienen propiedades reales de extensión, posición, duración, etc. Por poner una analogía, son similares a nuestros sueños: parecen reales y parecen poseer atributos reales, pero al despertar todo lo soñado desaparece como meras alucionaciones que eran. Podemos decir que es como si la eterna, inmutable y absoluta Nada "soñara" con estos estados "virtuales" diferentes a su propio Ser.

V

Finalmente uno de tales Universos "virtuales" tomó la forma de una especie de gran cubo (cuatridimensional). Tres lados espaciales y uno temporal. Y se expandió y rellenó él mismo con ondas regulares de probabilidad a cuyas excitaciones llamó partículas. Todo en éste mundo se conservaba y sumaba cero una vez tenida en cuenta todo el ficticio contenido de su ilusoria extensión cuatridimensional (todo se disponía de modo tal que se cancelaban los opuestos). Por último, sucedió además que en cierta región del espacio-tiempo grandes agrupaciones locales de partículas alcanzaron la capacidad para auto-observarse y percibirse a sí misma. Eso somos nosotros: los que se perciben a sí mismos dentro un sueño. Pura ilusión cognitiva. Lo "virtual" se sintió en parte real, y buscó explicaciones para su existencia. No había tal explicación, puesto que en realidad no hay nada que explicar.

Y como se pretende ser breve, dejamos aquí esta breve historia del Universo, contada por un fantasma describiendo el hecho de que probablemente viva, junto con todos vosotros, en una mera ensoñación. Si queréis más detalles técnicos podéis visitar esta otra entrada de mi blog (y sus comentarios).