Supongo que la respuesta más corta es que he ido madurando a la misma vez que la idea inicial de Podemos ha ido decayendo y se ha ido diluyendo para contentar a distintas corrientes ideológicas dentro del partido.
La respuesta larga es esta: Empecé en Menéame en 2006, aunque no me hice cuenta hasta 4 años después. Fui viendo como iba surgiendo y madurando una especie de ideología política común en Menéame, se caracterizaba por ser de izquierdas, profundamente indignada con la bazofia corrupta, una izquierda que adoraba a Jose Luís Sampedro, una izquierda que había vivido las consecuencias de la crisis económica, los abusos de los bancos, una izquierda que se organizaba y que usaba las redes sociales (Menéame incluido) como método de defensa ante los desahucios, una izquierda que estaba hasta los huevos de lo que más tarde Pablo Iglesias denominó casta.
Era una izquierda agresiva, una izquierda que prometía acabar con la basura de la que tan hartos estábamos todos e incluso se atrevía a desafiar a Europa en caso de que no se nos diese cuartel con las políticas de austeridad. Una izquierda que metía miedo al poder establecido. Al principio esta especie de "ideología" carecía de representante político, pero entonces surgió Pablo Iglesias, prometía acabar con esa bazofia e incluso era convincente, consiguió ganarse la simpatía quasi unánime de un sector bastante grande de la población que se sentía desamparado. Llegaron las elecciones al parlamento europeo y vimos con VERDADERA EUFORIA como todos los partidos se acojonaron al ver a Podemos ganar escaños en el parlamento europeo. Un partido nuevo, republicano, laico, de izquierdas, pese al pasado anticapitalista de sus líderes prometían medidas abiertamente socialdemócratas, lo que les ganó la simpatía de las mareas verdes, las mareas blancas, defendían la sanidad pública y la educación pública en una época en la que todo se estaba expoliando y privatizando. El gobierno de amiguetes parecía no tener fin a no ser que alguien les parase los pies, y ese alguien era Pablo.
Si bien hubo victorias geniales como Carmena, Colau, Teresa Rodríguez y Pablo. Los resultados no fueron los esperados, las expectativas no se cumplieron y empezó a rumorearse la idea de una alianza IU-Podemos contra la corrupción. No sé si recordáis gran cosa de la IU pre-Garzón, pero siempre habían formado parte de la casta y la izquierda vendida a la que Pablo hacía referencia en sus discursos. Y que de repente decidiesen unirse fue recibido con cierta sorpresa, pero en general fue una decisión aceptada porque se justificaba como una alianza de la izquierda contra el PPSOE de los recortes, el de la corrupción, el de la financiación ilegal, el PPSOE que equivalía a un régimen bipartidista que aún no habíamos superado, el fósil del postfranquismo aún vivo y coleando. Pero entonces pasó un tiempo, empezaron las votaciones en el congreso. Empezaron los espectáculos en el congreso, los escándalos, se descubrió la relación de Pablo Iglesias y su empresa de asesoría en Venezuela (era común ver a gente aquí defendiendo a capa y a espada a Chavel/Maduro difundiendo fake news abiertamente, cuando muchos usuarios tenemos familiares venezolanos y éramos conscientes de la situación real), empezaron a surgir vídeos en los que Pablo contradecía su postura en determinados ámbitos, empezaron a surgir noticias de políticos de Podemos que asistían a homenajes de etarras, Carolina Bescansa haciendo el ridículo en el congreso, Juan Carlos Monedero y sus tonteos con la evasión fiscal, Echenique y sus empleados en diferido, se empezó a tontear con el Islam en una agrupación inicialmente laica (creación del Círculo de Musulmanes Podemos), se abandonó todo intento de instaurar una república, se alimentó el fuego durante la crisis de Cataluña (en mi opinión, la solución ideal siempre la ha propuesto IU con su estado federado), las prohibiciones a los coches diésel en el centro de Madrid (si eres pobre y tienes que trabajar por el centro, te jodes), se votó en contra de la ley contra el terrorismo (aquí en Menéame se decía que íbamos a vivir en una distopía orwelliana, como si no viviésemos ya en una muy bien maquillada).
En definitiva, he madurado, y Podemos no. Podemos ya no me representa (aclaro un poco más el porqué en el comentario #7 por si os interesa). Puede que estéis más o menos de acuerdo con algunos puntos, pero os prometo que he sido honesto con respecto a mi relación de amor odio con este movimiento político, y simplemente me apetecía compartir mi punto de vista, pese a que sé por adelantado que semejante artículo tiene el potencial de levantar ampollas.