Dijo Abascal el sábado pasado que, donde su partido tenga competencias en materia de cultura, hará lo que le parezca. Toda una declaración de intenciones. Malas intenciones. Sobre todo, si tenemos en cuenta un detalle: esa primera manifestación se cerraba aclarando que su programa cultural pasaba “por respetar las preferencias y los gustos de los españoles”. Leído lo cual, a quien suscribe le surge una duda: ¿qué españoles son esos de los que habla el líder de VOX? Porque, digo yo, españoles somos unos cuantos, y, cada hijo de vecino, tendrá sus gustos y preferencias particulares. Habrá españoles, incluso, que se sientan atraídos, un suponer, por la obra de la escritora británica Virginia Woolf. Y están en su derecho de entregarse a tal afición, por mucho que a la bancada de VOX la vena feminista y heterodoxa de la autora británica no le haga ni pizca de gracia.
Pero VOX lo tiene claro: dónde tenga competencias en materia de cultura, impondrá su parecer. Y me barrunto que el anuncio viene con voluntad de censura pegada al dorso. No invento nada. Abascal se estiró en sus declaraciones dejando pistas de por dónde van los tiros. Refiriéndose a los partidos y militancia de izquierda, advirtió: “no hemos venido ni a asumir sus discursos culturales ni a pagar sus fiestas”, lo cual, traducido al cristiano, quiere decir que excluye a tales sectores de esa españolidad cuyos gustos y preferencias había afirmado poner por delante en la previa. Al hilo de semejante anuncio, y por buscarle tres pies al gato, me surge otra pregunta chinchosa: ¿acaso el señor Abascal considera españoles sólo a quienes comparten su ideario político? Eso es lo que cabe deducir de sus palabras sin necesidad de entrar en finuras dialécticas. Mal asunto. Y, lo peor, es que llueve sobre mojado.
Volviendo a las declaraciones, no sabemos muy bien si con tales bravuconadas el señor Abascal pretendía meter el miedo en el cuerpo a la marinería de babor o, simplemente, tirarse en público el rollo de valentón para que lo jaleasen los suyos un ratito. En cualquier caso, ya que se anima a montar bulla con esa copla, el líder de VOX debería explicar, explicarnos a todos, cuáles son las manifestaciones culturales que, según su muy particular y excluyente interpretación de los colores del alma nacional, merecen el aplauso de la grada rojigualda. Más que nada por evitar suspicacias, confusiones y malentendidos. Me interesa mucho el detalle de la cuestión y conocer la lista de los proscritos que no caben en esa parodia de Parnaso, sembrada de fobias y hormonas, que nos propone como el sumun. Mucho me temo que van a ser legión. En cualquier caso, los hechos consumados ya nos han adelantado el nombre de la primera damnificada: Virginia Woolf.
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