¿Fue el "Ministro de los GAL"? No, más bien fue el "portavoz que negó los GAL pese a que todo el mundo conocía su existencia". En la oscura época en que el Gobierno de González ordenó el asesinato extrajudicial y secuestro de miembros de ETA y HB (y de muchos civiles sin relación con ese mundo que también cayeron por lo tremendamente chapuceros que eran los GAL), Rubalcaba no era Ministro del Interior ni ostentaba ningún cargo que le situara en los engranajes del terrorismo de Estado. Pero cuando todo estalló era el portavoz del Gobierno, y le tocó negar categóricamente ante los medios que desde su ejecutivo se hubiesen ordenado los secuestros y asesinatos de Lasa y Zabala, Segundo Marey o el diputado de HB Santi Brouard. Todo el mundo sabía que era cierto, y el propio Rubalcaba también, pero su "sentido de Estado" le llevó a mentir una semana tras otra ante la prensa, igual que lo hizo en relación con la trama de FILESA, los fondos reservados...
¿Fue el Ministro del Interior que acabó con ETA? Indudablemente ETA acabó bajo su mandato, y Rubalcaba mantuvo una estrategia muy inteligente (del palo y la zanahoria) que aprovechó la pésima situación que el mundo de ETA sufría tras la ilegalización de HB y los fuertes golpes policiales que había padecido en los años previos. El mensaje de Rubalcaba era "podéis volver a la política si dejáis de matar definitivamente, y mientras no lo hagáis seguiréis tan perseguidos como lo estabais con Aznar". Los contactos entre el Gobierno y ETA se complementaron con los de HB y el PSE a través de Eguiguren, y finalmente ETA (presionada por una HB que no podía soportar su ostracismo político tras la ilegalización) dejó las armas.
Un ministro de la línea dura del PP habría mantenido la ilegalización de HB sine die, lo cual habría provocado que ETA hubiese seguido matando (aunque poco, dada su debilidad) también sine die. La inteligencia de Rubalcaba estuvo en ofrecerles una vía de escape para conseguir que no hubiese ni un muerto más y que la izquierda abertzale se domesticara. Y lo consiguió.
¿Ordenó Rubalcaba el chivatazo del Caso Faisán? En plena negociación con ETA, un juez de la Audiencia Nacional ordena una operación para tumbar el aparato de extorsión de la banda. Un comisario (condenado judicialmente por ello) da un chivatazo por teléfono a un líder etarra para que limpien las pruebas y huyan. Nunca se probó quién le ordenó informar a ETA de la operación, pero es difícil pensar que el Ministro del Interior (Rubalcaba) no tuviese, como mínimo, conocimiento de lo que iba a hacerse.
¿Fue el Ministro del Interior de la seguridad vial? Sin duda. Frente a la estupidez y la insensibilidad de Aznar con las copas de vino y el volante, Rubalcaba estableció medidas como el carnet por puntos y la reducción de la velocidad máxima en carretera que provocaron una minoración nunca vista de los accidentes de tráfico (por ejemplo, en 2008 los accidentes en Semana Santa bajaron un 39% respecto al año anterior). Sólo un imbécil criticaría esas medidas afirmando que son liberticidas, pues cualquier persona racional comprende que cientos de vidas humanas pesan más que tardar un rato más en llegar al destino. Algunos imbéciles del PP lo criticaron, pero sin duda es cierto que salvó miles de vidas en sus años como Ministro del Interior a través de estas políticas.
¿Era Rubalcaba un vividor de la política? Rubalcaba vivió muchos años de la política, pero tenía una sólida carrera profesional (profesor titular de química orgánica en la universidad) a la que volvió cuando todo terminó. Pudo haberse quedado chupando del bote en cualquier consejo de administración, pero renunció a las puertas giratorias y volvió al trabajo que se había ganado por oposición. Así que, a diferencia de la inmensa mayoría de los actuales líderes de los grandes partidos (sin carrera ni experiencia laboral alguna), no me parece un vividor de la política.
¿Era Rubalcaba un hombre sin ética? Depende de cómo se defina tal concepto. Muchos han definido a Rubalcaba como manipulador, implacable, ladino, taimado y calculador. La mayoría de ellos también afirman que estaba permanentemente obsesionado con el buen funcionamiento del Estado, tal y como él lo concebía. Rubalcaba creía, sin duda, que el fin justifica los medios. Pero es muy probable que ese fin trascendiese su propia ambición personal.
Rubalcaba era un político de la generación de Campechano, Pujol, Barrionuevo o Álvarez Cascos. En esa generación los principios de transparencia, protagonismo ciudadano y respeto escrupuloso a la legalidad brillaban por su ausencia. Las reminiscencias del franquismo estaban muy presentes, y se veía con normalidad que un político, mientras mantuviese las cosas medianamente bien (es decir, sin hundirse estrepitosamente) podía llevarse sus sobresueldos o violar la ley a espaldas de los ciudadanos, fuese para forrarse él o por "razones de Estado". Los ciudadanos seguíamos siendo concebidos como menores de edad a quienes era razonable robar sin que se enterasen (porque bastante habían hecho con traernos la democracia). En dicha tesitura, no tenemos constancia de que Rubalcaba robase nunca, ni de que usara los resortes del Estado para su lucro y beneficio personal. Por eso, dentro de esa infausta generación de políticos, me parece uno de los más potables.