Existe un proceso de polarización política en nuestras sociedades, que se hace más evidente en España si cabe. Un proceso que ha hecho saltar los puentes y los espacios comunes que nos unían como sociedad.
Las últimas crisis, por supuesto, han tenido mucho que ver en esto. La paulatina desaparición de la clase media donde un trabajador podía acceder a unas condiciones de vida decentes han sido sustituídas por trabajos precarios que nos han hecho mirar hacia los políticos afines en busca de soluciones.
Martinez Almeida ha hecho recientemente unas declaraciones en las que relaciona la aparición política de Podemos con la elevación de la agresividad en el debate político. Declaraciones, a mi parecer, un tanto inexactas.
Antes de que Podemos se presentara a las Europeas de 2014, el partido de Iglesias no suponía ninguna amenaza, tanto es así que incluso sus miembros se paseaban por los platós de televisión de tertulia en tertulia, incluso por los canales de la derecha como Intereconomía. Fue a partir de estas eleccciones, logrando cinco escaños y conviertiéndose en el cuarto partido más votado de España cuando la agresividad escaló y comenzaron los ataques.
Ese fué el punto de aumento de la agresividad en el panorama político español y no su aparición como partido político, cuando los poderes fácticos se ven amenazados comienza la guerra de el fango, hasta el punto de la creación de una policía política que inventara pruebas para influír en la opinión pública. Suceso por el que nadie ha sido condenado.
Mis años en Argentina me mostraron la polarización de su sociedad, me enseñaron que allí la política se vive como el fútbol. Si hay que afirmar que prefieres perder el trabajo y que el país "se vaya a el carajo" mientras que tu enemigo político deje de gobernar, se afirma sin ningún tipo de vergüenza ni rubor.
Es una sociedad en la que los debates son si los policías deben o no disparar o no a los delincuentes, y en los que es común escuchar frases como: "que los maten a todos esos negros de mierda", en referencia a los jóvenes que viven en las villas y se dedican a robar y consumir paco (pasta base).
La derecha ha utilizado a Venezuela como argumento político, como arma arrojadiza, como el coco que vendrá si no les votamos a ellos. Como si no existieran ejemplos de países en la más absoluta miseria que aplican las mismas recetas liberales que ellos. Y bien, parece que al final tenían razón, Venezuela, o Argentina están llegando, pero no por las políticas que la izquierda implementa, ha llegado en forma de polarización.
Ha llegado porque la derecha no está haciendo un papel de oposición constructiva aportando alternativas políticas con las que sumar y construír un país mejor. Se ha convertido en la oposición venezolana o argentina en la que su objetivo es tumbar el gobierno a cualquier coste, aunque tengan que cometer ilegalidades, aunque la economía se resienta.
Debemos encontrar una manera de volver a tender puentes antes de que sea demasiado tarde, es fácil decirlo y complicado llevarlo a cabo; pero sí exiten lugares comunes que los trabajadores, ya sean de izquierdas o derechas, comparten. Nadie, ya sea de derechas o de izquierdas desea que la situación que vive Venezuela se traslade a nuestro país, ya basta de consignas vacías.
Me gustaría ver una derecha que en vez de ataques hace propuestas y que busque mejorar el país, no simplemente llegar a el gobierno. Como igualmente me gustaría ver una izquierda que hace lo mismo si estuviera en esa posición.