Según me contaba de peque mi querida abuela, que en paz esté, Esta buena y sabía mujer me contaba, que el valor de labrar la tierra era lo más preciado que hay o debería haber en este mundo, tan olvidadizo y acomodado, sobre todo en las grandes ciudades. Digo esto, por que cuando hay guerra, según me contaba de sus memorias mi abuela, cuando lo de la guerra civil española, que ella vivió en su aldea, cuando era joven, las personas adineradas de las ciudades y no tan adineradas, no les quedaba otra que venirse al pueblo en busca de comida, ya que en las ciudades le era imposible adquirir alimentos por mucho dinero que tuviesen. Es decir, si esto lo extrapolamos al contexto de guerra actual, el cual resulta que en España tierra fértil donde las haya, no tenemos suficiente para mantenernos no nosotros mismos, por que parece ser, que la llamada España vaciada está condenada a ser un almacén de cerdos, criados en macrogranjas, mientras que los cultivos, por ejemplo, de trigo y demás cereales, brillan por su ausencia o escasez de cultivo, siendo dependientes de terceros. Y claro, estalla la guerra y nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena. Por lo que la solución está en retomar cuanto antes la soberanía alimentaria, recuperar esa España olvidada entre macrogranjas y cerdos, repoblala con gente que trabaje la tierra, para que España coma y no falte de nada.