Allá por mediados de los 90, cuando se empezó a disparar la furia constructora en nuestro país, se presentó el señor Javier de la Rosa que era un conocido y exitoso empresario y banquero amigo personal del ahora emérito rey, en el despacho del director de financiación inmobiliaria del Banco Pastor en A Coruña.
De la Rosa ya no estaba en plantilla del Pastor, su "alma máter" en el mundo de los negocios; hacía años que volaba solo y era ya un hombre muy poderoso e influyente aunque seguía siendo consejero y ojito derecho de Doña Carmela, Condesa de Fenosa y dueña del banco que lo tenía en gran estima. Seguía teniendo mucho poder e influencia en aquella casa.
Al llegar al despacho, de la Rosa pidió al director que firmase unos documentos.
El director, asombrado, comprobó que dichos documentos llevaban el sello de su oficina a pesar de desconocer totalmente la operación que en ellos se detallaba. Aquello no había salido de su departamento. El señor de la Rosa pretendía que el director firmase los papeles sin mas, en el momento y sin hacer preguntas. La reunión se puso tensa y el director se negó en redondo a firmar ante la atónita mirada y las veladas amenazas del insigne empresario y mago de la banca. No era un hombre acostumbrado a que un cualquiera no le tuviese el miedo suficiente como para atreverse a decir "no".
Poco después, fue llamado a presentarse ante Doña Carmela y el consejo directivo en pleno para dar explicaciones de porqué no había autorizado aquella importante operación; parece ser que de la Rosa no debió salir muy contento de su despacho. El director explicó que esos papeles no habían sido elaborados en su departamento o que al menos él no tenía constancia de ello, a pesar del membrete que parecía atestiguar que así había sido. En consecuencia, como no conocía su contenido, se había negado a firmar. El director notó caras de sorpresa, cierta incredulidad incluso entre algunos de los presentes, y no se le hicieron mas preguntas.
Hasta aquí la historia del director, que volvió a su puesto y no quiso nunca saber nada mas del tema; al fin y al cabo, solo era un directorzucho que viviría mas tranquilo cuanto mas alejado nadase de los tiburones.
Meses después el emblemático y céntrico edificio que era la sede estatal de la compañía eléctrica FENOSA, fue adjudicado por el Banco Pastor (que era su propietario) para su reforma y reconversión en viviendas de lujo a Fadesa por 2.200 millones de pesetas. El nuevo edificio llevaría el nombre "Edificio Conde de Fenosa" en honor a Doña Carmela y su difunto marido, el conde.
Fadesa era una empresa con digamos (suavemente) una fuerte vinculación con la empresa de la esposa del entonces alcalde, Paco Vázquez y con el que pronto sería el presidente de la asociación de empresarios de Coruña, Antonio Fontenla, que casualmente también se dedicaba a la construcción. Fadesa, la esposa de Vázquez y Fontenla estaban siempre detrás de cualquier gran actuación inmobiliaria, especialmente de las obras municipales. Han construído barrios enteros en esta ciudad. Incluso tenemos un Pacolito y todo...
El motivo del descaro del señor de la Rosa se hacía evidente. Estaba bien cubierto y seguro que nadie le pidió cuentas por el intento de atropello del mindundi del director o la supuesta falsificación de documentos internos del banco. ¿Quién podría atreverse sabiendo quienes eran sus "socios"?.
Hay que tener amigos hasta en el infierno, pero es aún mejor tenerlos en la alcaldía, la constructora, la asociación de empresarios, la banca y la nobleza franquista.
Y es que fue el marido de Doña Carmela, Don Pedro Barrié de la Maza, quien adquirió en una rocambolesca operación Casa Cornide, nuestro antiguo ayuntamiento, para regalárselo a "La Collares", esposa de cierto Caudillo unihuevo que fue precisamente el que les otorgó el título del condado de Fenosa, que es probablemente el único del mundo que no se sustenta en un condado propiamente dicho sino en una empresa: Condado de Fuerzas Eléctricas del Noroeste Sociedad Anónima. No me digáis que no os acabo de regalar un dato absolutamente delicioso.
Don Pedro era un hombre muy generoso que también capitaneó la "iniciativa popular" para regalarles el Pazo de Meirás. Uno de esos prohombres capitalistas hechos a sí mismos. Pero no nos desviemos del tema que todo eso ya es otra historia...
Lo que pasó con el edificio que nos atañe es de sobra conocido por todos los coruñeses:
La adjudicación fue impugnada por un arquitecto al que no se le había permitido presentar su proyecto, declarando oficial y falsamente "desierto" el concurso público que el banco estaba obligado a realizar ya que el solar era una cesión municipal. Además, dicho arquitecto no se detuvo ahí y denunció también las numerosas ilegalidades cometidas con el objetivo de construir mas pisos y mas baratos para hacer así la operación aún mas rentable Ya sabéis...unos voladizos por aquí y allí, un garaje un poquito mas estrecho, lo derribamos por completo y reconstruímos aunque el plan urbanístico solo nos permita rehabilitar... poca cosa, no seáis picajosos con tanta ley... ¡voila, 30 pisetes mas pa la saca!.
Casi 25 años después y unos 50M€ (hay quien dice que muchos mas) en pleitos a cargo del erario público (¿alguien lo dudaba?), se consiguió anular la orden de derribo y reposición a su estado original que pesaba sobre el edificio, lo cual hubiera supuesto una astronómica cifra para el ayuntamiento y una gigantesca putada para los inocentes propietarios particulares. Nunca se hizo responsable a nadie por firmar la licencia de construcción, que era totalmente ilegal, ni a nadie, funcionario o empresario, se exigió responsabilidades de ninguna clase.
Esta historia la conozco de primera mano. La experiencia del director me la contó él mismo; era familiar mío. Del resto podéis informaros usando vuestro buscador favorito, si es que tenéis ganas y estómago suficientes.
Y hasta aquí nuestra historia que tiene de todo,¡hasta nobles y caudillos!. ¿Os ha gustado?