En esta discusión nacional sobre el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) de la que somos testigos y participes ya desde hace algún tiempo, suelo encontrar entre aquellos que se oponen a la existencia de este SMI un gran grupo de personas que aseguran, con toda rotundidad y en apariencia sin dudas, que en base a la sola eliminación del SMI los salarios acabarán por superar ese mínimo legal por trabajar. Podríamos resumir en dos partes y de forma sencilla (huiré de términos complejos) la argumentación que les hace llegar a esta "atrevida" conclusión (luego verán porque destaco "atrevida"). Vamos con el primer argumento:
- Según la opinión de este grupo, la existencia de un SMI es una barrera infranqueable para la creación de un mayor Nº de empresas en este país, pues un supuesto ejército de emprendedores en potencia se ven incapaces de iniciar sus ansiadas aventuras empresariales en suelo patrio ante la imposibilidad de asumir ciertos costes obligatorios, entre los que se encuentran este SMI como uno de los mayores. De aquí deducen que, eliminando este SMI y desregulando el mercado laboral, pasado un indeterminado tiempo el Nº de empresas que se crearán en este país aumentará, creciendo así la demanda de trabajadores y por tanto los salarios que estos estén dispuestos a admitir (a la vez que bajaría la tasa de paro). Confían en la sola acción del mercado para mejorar el SMI. Los más cautos de este grupo admiten que durante cierto tiempo (siempre indeterminado) los salarios asociados a las actividades que ahora cobran SMI serán menores, pero sólo hasta que la acción de ese mercado con mayor demanda de trabajadores haga superar esa cifra.
Hasta aquí su primera argumentación. Y aquí uno que escribe se pregunta: ¿acaso el hecho de que cierto salario obligatorio sea supuesta barrera para la creación de empresas cambiará porque a este se llegue vía mercado?, ¿cierto coste laboral deja de ser el mismo porque a este se llegue solo gracias a la acción de la oferta y demanda de trabajadores?. Creo que la respuesta es evidente, igual que lo que la sigue: si nada cambia más que la eliminación de un SMI, según la acción de la oferta y demanda de un mercado laboral desregulado acerque los salarios a ese anterior SMI, estos se situarán en un punto de equilibrio por debajo de ese SMI, ya que cierto mismo coste y la dificultad que este pueda generar para incentivar la inversión no cambia por el hecho de ser obligatorio o no.
¿De dónde sacan entonces que eliminando el SMI esos salarios aumentarán? Y aquí llegamos a la segunda parte de su argumentación:
- Aseguran en que parte de esos mayores beneficios que las empresas consigan gracias a poder pagar salarios menores al SMI serán invertidos en mejoras productivas, por lo que llegado cierto punto, la rentabilidad de esos negocios no tendrá que basarse en presión a la baja de costes laborales.
Pero lo cierto es que por mucho que "aseguren", lo más que pueden hacer es "confiar", ahora comprenderán ustedes porque más arriba destacaba como "atrevida" toda esta argumentación. Curioso que solamos ser testigos de como, algunos de estos que abogan por la eliminación del SMI pudiéndose agarrar solo a tal apuesta, son los mismos que acusan a los defensores de "querer conocer la reacción de un mercado complejo". En cierta manera esta contradicción no deja de ser la propia de todo su discurso: por más que como apóstoles prediquen, bajo esa extraña idea suya de libertad, la plenitud a la que llegaremos rindiendo honores a esa deidad benevolente de un malentendido "mercado", fruto del idealismo más burdo, en la práctica no hacen otra cosa que prescribir, como doctores en su consulta, cuales deben ser las recetas apropiadas que debieran conducir ese mismo mercado, por muchos que en sus cabezas piensen que la "inacción" no es política (la dialéctica de la "inacción" y la "acción", pero eso ya es otro asunto...). Vamos, que hacen lo mismo que el resto de los que en esta discusión participamos, opinar que política económica pensamos que sería la correcta para conducir el mercado laboral (su política, la desregulada por el estado).
Estaremos dispuestos a admitir que tal vez sea posible que la eliminación del SMI conduzca a una disminución de la tasa de paro a costa de rebajar los salarios, incluso que el posible aumento excesivo que ahora asoma de este SMI pueda provocar más paro; a partir de aquí podemos hablar. Pero por favor no caigamos en la candidez de pensar que solo la simple eliminación de este mínimo traerá que las nóminas de aquellos asalariados que ahora lo cobran fueran a crecer. Muchos otros defensores de la eliminación del SMI al menos no se esconden de esto, y aquí ya entraría un debate de otra índole.
En el descargo de estas personas, y volviendo al ejemplo de los doctores, diremos que es conocido esa tozudez del pensamiento humano que mucha veces nos lleva una y otra vez a confundir los síntomas con las causas. Nuestro tejido productivo se basa en ofrecer productos y servicios de bajo y medio valor añadido, cosa que obliga a nuestras empresas a tener que buscar rentabilidades a base de reducir costes, y entre estos especialmente el coste laboral que es de los pocos donde podemos incidir. De igual manera, la razón de que existan economías más potentes sin SMI (cosa que algunos nos repiten como ejemplo hasta la saciedad) no se debe al hecho de la no existencia de un salario mínimo en su regulación laboral, sino a que suelen ofrecer productos y servicios de alto valor, cosa que permite a su tejido empresarial el no tener que buscar la rentabilidad en presión a costes laborales.
Cuando nuestra sociedad (y esto nos incluirá a todos) decidan, cada uno desde su posición, afrontar la difícil tarea de crear un tejido productivo de alto valor, cuando el beneficio de unos no se vaya a deber a la escasez de otros, entonces, solo entonces, estaremos algunos dispuestos a afrontar la eliminación del salario mínimo . Claro que según esos mismos apóstoles de la libertad anteriormente citados, ¿quienes somos nosotros para decirle a nadie lo que debe hacer?...