Llevo unos días leyendo por aquí que en estos momentos padecemos las consecuencias de la privatización de la sanidad, que e sel momento de pedir responsabilidades a los liberales y todo el abanico habitual de soflamas. Vale.
Como primera provisión, soy uno más en eso de oponerme a la privatización de la sanidad, o sea que por ahí no discutimos.
Pero resulta que me ha tocado informarme sobre lo que está haciendo estos días la sanidad privada y he llegado a la conclusión de que lo mismo que la pública: pasarlas putas y trabajar a destajo. Porque en un caso como este, lo que importa no es la titularidad de las camas hospitalarias, sino cuántas hay. Y con el estado de alarma, 50.000 camas de la sanidad privada han pasado al control del sistema público. Como tiene que ser.
¿No os dais cuenta de la tremenda ventaja que es poder contar con eso?
Por supuesto que hay que promover, dotar mejor y reforzar la sanidad pública. Por supuesto que hay que perseguir los negocietes que cuatro buitres han organizado estos años con nuestra salud. ¿Pero qué tiene eso que ver con decir las chorradas que se dicen por aquí a veces? ¿No os dais cuenta de que, en caso de emergencia, se puede disponer de unas infraestructuras que no tenemos que pagar a diario? Es como tener un vecino con un Ferrari, sabiendo que te lo va a prestar si un día tienes una necesidad urgente. Pues como dios. Es como tener un amigo que tiene una casa en el pueblo y sabes que la presta si te quedas una temporada sin curro. Pues cojonudo. Sería mejor que fuese tuya, vale, pero dale las gracias y aprovecha lo que se te ofrece.
La base del problema es que se está confundiendo la titularidad con el uso. Y si el uso, en caso de necesidad es público, me importa un carajo la titularidad. Lo sé de sobra por los pozos: cada cual tiene el suyo, pero en caso de sequía, el ayuntamiento te lo expropia temporalmente si es preciso, porque la gente tiene que beber. Pues vale. Genial que la gente tenga pozo, ¿no? Pues con la sanidad que se pagan los ricos, igual.
Ojalá en vez de al turismo se dedicase medio país a la sanidad privada y viniesen aquí un millón de enfermos extranjeros anuales a curarse. Si así fuese, ahora tendríamos decenas de miles de camas más, de instalaciones preparadas y de médicos con experiencia.
Pero algunos aún se quejarían de que eso no fuese de titularidad estatal.
Yo lo tengo claro: si mañana me pongo enfermo o se pone enfermo uno de los míos, lo que quiero es que nos curen. Y que lo hagan sin que eso nos suponga la ruina. Por eso apoyo la sanidad pública.
Pero la titularidad del sitio donde me curen francamente, me la sopla. Me conformo con que exista y con que funcione correctamente. Sobre todo en caso de emergencia.