Dicen que ya han acabado los recuentos en Andalucía y que el PSOE se largará del gobierno por primera vez en cuarenta años. Que la suma de Podemos e IU en una marca única ha perdido el 20% de sus votos. Y que VOX ha sacado doce escaños. Estoy atónito. Quién podría habérselo imaginado.
Quién podría haberse imaginado que tras una década embarrando la escena política mediante la repetición de eslóganes de 1936 la izquierda guerracivilista iba a acabar resucitando al otro bando.
Quién podría haberse imaginado que un partido que pretendía destinar el 5% del PIB de la región más pobre de España a las distintas feminismas y dar jornadas de ocho horas a los animales no iba a ser capaz de conseguir los votos suficientes para formar un gobierno con el PSOE de Susana Díaz.
Quién podría haberse imaginado que tener las fronteras abiertas de par en par iba a generar tensión social.
Quién podría haberse imaginado que insultar y criminalizar al 50% de la población iba a convertir a la izquierda en algo tremendamente impopular para hombres y mujeres.
Quién podría haberse imaginado, en fin, que la izquierda posmoderna y endogámica, salida de lo más profundo de Twitter y de la mente de los seres humanos más patéticos sobre la faz de la tierra, iba, tarde o temprano, a acabar pegándose un batacazo fuera de las burbujas izquierdosas de internet.
Las causas de estos resultados, seguramente, sean mucho más complicadas que todo esto. Seguramente mañana Ferreras, Wyoming y otros payasos de la élite intenten reconfortarnos asegurándonos, con aspavientos incluidos, que, en realidad, no había nada que hacer. Que la culpa de todo esto fue de una trama rusa de lavado de cerebros por la vía telemática o, simplemente, de esos malditos plebeyos fachas que no se dejan dominar. La vida es así.