Hay detrás de los monárquicos una psicología argumental que soy incapaz de entender. El hecho de justificar que alguien que te mande no lo esté por sus méritos, o porque lo elija la mayoría (que sería lo mismo), sino por providencia divina, por magia.
Son los mismos que defienden la MERITOCRACIA en otros ámbitos. ¿Sabéis por qué? Porque ellos no creen en los méritos, solo creen en la perpetuación de los que siempre han mandado. Todo esto de la meritocracia es una puta patraña para disfrazar el clasismo rampante y cargarse el ascensor social y seguir manejando el cotarro de las estructuras de poder.
Del mismo modo que creen en un Rey, creen en la necesidad de que en una empresa manden siempre los mismos, los que lo han hecho siempre, lo hagan mejor o peor. Los jefes de toda la vida. El estudio ¿Un ascensor social roto? Cómo promover la movilidad social, elaborado por la OCDE (ver elpais.com/economia/2019/03/21/actualidad/1553181960_447712.html) revela que en 2019, los hijos con padres con educación superior ganan un 48% más que aquellos con padres sin estudios. Ese porcentaje es del 16% en Francia o del 12% en Alemania. En España, en el año 90, ese porcentaje era del 9%. España camina, como dice el artículo de El País, hacia "una sociedad de castas".
También son esos que justifican la monarquía en base a que nos trajo la democracia, pero a la vez, les cuesta admitir que lo de Franco fue una dictadura sanguinaria.
Pero peores que esos son los que se autodenominan republicanos y defienden este dislate, aún después de todos los escándalos del emérito. Los mismos que entienden que es posible que el actual jefe del estado no se haya enterado de que toda su familia salvo él y su mujer, usaban unas tarjetas black (argumento que me parece aún peor que que sí lo supiese). Miembros de un partido que hace 80 años se dejó la vida luchando por una República. Desustanciados y desclasados que aún tienen los santos cojones de cantar la Internacional cuando comienzan sus congresos.
Y luego está Podemos, usando la monarquía como arma electoral. Obviando el hecho incontestable de que España sigue inmersa en esa cultura de la Transición y que, ahora que hay razones suficientes para hacer pedagogía, siguen convirtiendo el necesario debate República Vs Monarquía en un partido de fútbol que impide disociar a la Republica de la izquierda, algo que es esencial para que la monarquía termine por fin en España y para que hagamos las paces con nuestro pasado de una puñetera vez.
La monarquía es un ente cultural cuya disolución precisa de tiempo y pedagogía, y sobre todo, de consenso transversal. Usarlo como arma electoral no hace más que presentar a la República como una forma de gobierno impuesta por la izquierda. Podemos parece no querer república, sino usar a la monarquía como catalizador electoral.
Pero los peores de todos, sin duda alguna, aunque los más perdonables por su absoluta ignorancia, son las clases menos pudientes. Los que sufren cada hora de su vida la desigualdad y aún así se declaran monárquicos. Los que malviven en el ochocientoseurismo y entienden los dislates económicos de la Casa Real o las estafas del Emérito. Ellos son las víctimas de una cultura espantosa de lacayismo que mantiene el orden político de este país desde hace 80 años. Esos que son, a la vez, el mayor problema y la única solución. Los republicanos de izquierdas deberíamos reflexionar sobre ello.