Basado en hechos reales ocurridos durante los cursos lectivos 2021-2022 y 2022-2023. Los nombres y sitios han sido modificados para preservar el anonimato.
Esta es la percepción personal que tengo sobre el estado actual de la Escuela Pública, percepción moldeada según las palabras de un alumno de 2º grado de administrativo que todos los días durante dos años ha ido contándome, al llegar a casa, y en múltiples y distintos momentos de conversación su jornada en clase y el ambiente escolar que ha vivido.
Si yo fuese hoy ese alumno:
A mis compañeros y profesores
Quiero empezar esta intervención avisando del lenguaje grueso que he empleado ocasionalmente, utilizado con el único propósito de reflejar de manera fiel la realidad. A fin de cuentas este lenguaje grueso es lo que se ha escuchado en el aula de forma continuada, así que esta vez voy a bajar al barro yo también..
Mi nombre es Adrián, y tengo unos cuántos años más que vosotros, como todos sabréis ya, aunque no descarto alguna excepción que desconozca estos datos. Hoy vengo a hablaros un poco de mí, pero sobre todo un mucho acerca de vosotros. De todos vosotros, mis compañeros y profesores.
Llegué a este instituto de educación, coloquialmente conocido como “El Artabal” buscando adquirir conocimientos.
Buscando aprender, buscando ser instruido y finalmente buscando un título que certificase todo lo anterior. Hoy de lo que estoy absolutamente seguro es de lo último: el título.
Han sido dos años. Dos durísimos años para mí y para la gente a mi alrededor que me ha intentado ayudar, porque siempre hay alguna honrosa excepción a la norma general. Pero sobre todo han sido dos años durísimos para mí.
Nadie me dijo que fuera a ser fácil, ni lo esperaba. Pero nadie me dijo tampoco que iba a ser la descorazonadora experiencia que ha sido. Jamás pensé que me iba a encontrar el lamentable despropósito que ha sido mi clase durante los dos cursos. La decepción que he sentido con la gente con la que he compartido aula, en general, me ha llevado en numerosas ocasiones a periodos de ansiedad, tristeza y desconsuelo hasta el punto de casi abandonar estos estudios.
Durante dos años he luchado casi todos los días contra compañeros, vosotros, maleducados con todo el mundo, irresponsables, irrespetuosos, dispuestos a joder al prójimo por puro pasatiempo, aburrimiento o divertimento propios. A la mayoría os ha dado igual que junto a vosotros hubiera otra gente que deseaba aprender, que quería aprovechar el tiempo aquí. Habéis sido molestos, impertinentes, habéis lastrado de forma deliberada e irreversible el avance previsto de aprendizaje, abocando al curso lectivo a un retraso sumamente perjudicial para todos y os ha importado siempre una mierda negra el daño que le estabais causando y que le habéis causado a otros alumnos como yo que vinimos aquí a buscar una forma de solucionar nuestra vida formándonos.
Os habéis comportado sistemáticamente de manera cruel, insolidaria, insolente y molesta, por mucho que se os ha advertido y se os ha llamado la atención sobre ello. Os ha sudado los cojones todo lo que no fueran vuestros deseos y caprichos en cada momento, obviando de forma constante las necesidades de otros. Habéis mantenido la misma actitud tóxica y perjudicial hacia los demás cada día, haciendo empeorar las cosas de manera continuada sin importaros ni lo más mínimo las consecuencias derivadas de vuestra actitud. En un futuro no muy lejano os daréis cuenta de que además de enmierdar a la gente que sí queríamos aprender, habéis contribuido también a enmierdar vuestra vida, haciéndole un flaco favor a vuestro porvenir, en beneficio de cómo quieran manejaros otra gente con más poder, más recursos y más listos que vosotros y que tendrán el mismo desprecio por vuestros derechos que el que demostráis ahora por los derechos de los demás.
Vuestro grado de empatía, solidaridad y capacidad de respeto podría calificarse de cercano a cero.
Todo lo anterior ha sido en buena parte posible porque al otro lado habéis encontrado a un profesorado que hace muy poco o nada para impedir que esto ocurra. Habéis tenido enfrente a unos profesores despojados de cualquier tipo de autoridad para ponerle freno a vuestros desmanes. Sin capacidad de mando ni de reacción. Ninguneados desde arriba a la hora de imponer un respeto básico entre personas. Pero también en determinados casos ha sido por causa de profesores incapaces y cómodos en esa posición. Muy poco o nada dispuestos a ejercer su cometido que es enseñar. Agarrados a herramientas a su alcance que les facilitan la dejación de sus funciones y que incluso hacen que sea sencillo evitar sus obligaciones. Profesores sin vocación ni ganas de nada, faltos de conocimiento para impartir su materia, profesores con nulo interés en su trabajo, desconocedores de su temario y con ninguna voluntad de prepararse las clases que deben impartir. Muy acomodados y muy acostumbrados a medir a todo el mundo con la misma vara. Proclives a castigar por igual a unos y otros, aún a sabiendas de lo injusto que es eso, sin importarles hacer pagar a todos por igual para no discriminar, porque eso es lo más fácil y lo más cómodo y porque cuesta menos que dedicarle esfuerzo a tratar a cada alumno un poco como se merece, cuando las diferencias entre unos y otros son abismales a veces.
Repetidamente equiparando al indecente con el que no lo es.
Salvo honrosas excepciones esta ha sido mi percepción de las clases casi todos los días durante estos dos años. Y esta percepción continuada de lo que creo que es tremendamente injusto e improductivo, me ha hecho incluso plantearme mi opinión sobre la Escuela Pública. Siempre he sido defensor a ultranza de la Escuela Pública. Y de la Sanidad Pública, dicho sea de paso. Y lo soy a día de hoy todavía. Pero también a día de hoy valoro y contemplo razones para renegar amargamente de ella en favor de otras fórmulas.
Como que posiblemente en un ente privado se dictan unas normas y si no las cumples te vas a la puta calle. O eres castigado. O te atienes a las consecuencias y pagas por ellas. No por perjudicar o enmendar a quien violenta la convivencia, que también, si no por respeto a los demás. En un gesto para demostrar que se trata de forma distinta a los incívicos de como se trata a los que no lo son. En un ente privado, no se tolera que le jodas la vida a otro, sea compañero o profesor. En un ente privado, cuando perjudicas de forma sistemática a otra gente, te piden responsabilidades y si persistes en tu actitud se te separa del grupo. Quizás entonces tengas que rendir cuentas ante tu mentor que tras hacer el esfuerzo de pagar por una educación privada para ti, a lo peor, te rompe la cara de un bofetón por desaprovechar tus oportunidades y desperdiciar un dinero que igual hubiera hecho falta para cubrir otras necesidades. Además así también recibirías señales de que no tienes derecho a tirar a la basura el esfuerzo de los demás como si fueses su dueño.
Se me ocurre que es posible que en un ente privado, los profesores competirán por dar la talla, por estar a la altura y por estar preparados, e intentarán demostrar su calidad docente, ya que si no, se marcharán también a la puta calle sin contemplaciones. Porque serán sustituidos por alguien competente que contribuya a mantener la reputación necesaria y de calidad que esa escuela busca, con el fin de atraer a gente dispuesta a pagar a cambio de que sus hijos adquieran conocimientos allí.
Estos patrones de funcionamiento tan aparentemente lógicos y coherentes, están degradándose de manera preocupante en la Escuela Pública, por desgracia, porque el sistema así lo busca y porque existe la complicidad de muchos de sus integrantes.
El sistema no quiere gente formada y capaz de pensar por sí misma.
El sistema no quiere gente crítica. El sistema no busca enseñar, busca que aparentes saber, pero que seas incapaz e inoperante a la hora de salirte del dictado buscando tu camino. El sistema quiere docentes que se conformen con que sus alumnos aparenten. El sistema quiere alumnos como vosotros y profesores como vosotros: descuidados, insolidarios, mediocres, que aspiren a poco o a nada, acomodados, poco exigentes, sin aspiraciones, desmotivados, dóciles y fácilmente manipulables. Porque el sistema busca que seamos los esclavos del futuro cuanto antes. Sin tardar.
Lo que he visto, lo que he pasado y lo que he sentido durante estos dos años me indica que el rodillo del sistema esta haciendo muy bien su trabajo. El sistema va ganando y todos nosotros como individuos vamos perdiendo.
Con esto casi termino. Salvo contados ratos de felicidad y satisfacción, esto es lo que me ha dado El Artabal durante dos largos años, casi todos los días.
El motivo de haceros partícipes de ello ha sido la necesidad de repartirlo aquí, con todos los implicados, que sois vosotros, porque si no lo traigo aquí y lo pongo en su sitio, si me lo llevo para mí solo, esto me estaría doliendo para el resto de mi vida y no me lo perdonaría a mí mismo jamás. No quiero cargar con ello, porque su sitio es este, con vosotros también y no solo conmigo. Esto tenía que quedarse aquí. Aquí lo tenéis por si al menos os hace reflexionar.
Aún así y a pesar de mi relato y de cómo me habéis hecho sentir, espero que os vaya bien. Os deseo lo mejor. A todos sin excepción. Gracias por leer, escuchar u oir. Cada cual lo que haya hecho.
Por una Escuela Pública de calidad. Escuela Pública siempre.