La gente no admiraba la drogadicción de Maradona ni que pegase a su novia. La gente admiraba su fútbol. El fútbol no es irradiador de valor alguno. Entiendo las criticas a los que lo presentan como un ejemplo. El resto de críticas no las comprendo.
"Quiero ser como Maradona" quiere decir: "quiero ser el futbolista que era Maradona". No quiere decir: "quiero ser cocainómano y pegar a mi novia".
Si comenzamos con esta caza de brujas de no separar obras de autor nos vamos a quedar con 3 ídolos y medio. Neruda violó a una criada. Picasso y Dalí eran maltratadores patológicos. Lennon también. Bukowski, Gandhi, Brando...la lista es INFINITA.
¿Qué hacemos con sus obras o legado? ¿Nos autoimponemos borrarlo? ¿Puede admirarse el trabajo de alguien y a la vez no consentir su forma de vivir y ser? ¿O necesitamos un permiso popular? ¿Quién da ese permiso? Porque si abrimos ese melón nos quedamos solos...
¿Qué hacemos con Simone de Beauvoir? ¿Renegamos a su legado por firmar un manifiesto que defendía las relaciones pedófilas o estudiamos el contexto y tratamos de comprender que nadie aspira a la perfección?
¿Qué hacemos con el Ché Guevara y su homofobia? ¿Y con Malcolm X y su pasado como proxeneta? ¿Dejamos de admirar la prosa de James Joyce por su probado perfil de maltratador insufrible? ¿Dejamos de escuchar a Elvis por sus problemas con la droga y su nauseabunda misoginia?
¿Renunciamos al legado de un déspota tóxico y enfermizo con su familia como Einstein? ¿Tiramos a la basura la teoría de la relatividad? ¿O comenzamos a entender que la creación deja de ser del creador en cuanto la termina?
¿Admirar el Guernika es defender el maltrato? ¿Emocionarse con Annie Hall es consentir la pederastia? ¿Disfrutar con los documentales de Leni Riefenstahl es negar el Holocausto?
Todos estos ejemplos están en el ámbito cultural y científico. Personas que realmente cambiaron la realidad de forma universal. Dudo que Maradona ni tan siquiera aspire a eso. Antes de juzgar al admirador, juzguemos primero qué es exactamente lo que se admira. Porque aquellos que son incapaces de separar obra de autor acaban siendo, precisamente, los que toman posiciones antagónicas: tanto los que defienden que Maradona es un santo, como los que defienden que es el diablo.