Existen. Los conocemos. Están con nosotros. A veces, incluso nosotros mismos lo somos. ¿Y qué?
No es verdad que todas las personas valgan igual y que todo el mundo tenga un talento oculto. No es cierto que las personas siempre tienen un valor, pero no han tenido ocasión de desarrollarlo. Existen los putos inútiles.
Existe esa gente que no sabe hacer nada o que lo que sabe hacer, en su caso, no sirve para nada. Existen las personas nulas. Existen los que son solamente el relleno del muñeco, el puré de patatas de la sociedad, la guarnición de nuestras ciudades y el brócoli de nuestras vidas.
Existen las personas nulas, que están en el mundo porque dios no pasa lista o porque el Registro Civil no borra a nadie. A los comeflores les gusta pensar en su potencial perdido y más aún en nuestra culpa, para explicar por qué han llegado a ser así, pero no vale la pena: nunca sirvieron para nada. Eran niños idiotas, se convirtieron en adolescentes bobos para pasar a adultos sosos y convertirse finalmente en viejos insípidos.
No hay potencial ni cosa que se le parezca. Hay vacío y necesidad. Hay un número negativo en el balance a la espera del desgraciado que le toque cubrirlo. Con su dinero. Con su tiempo. Con su paciencia.
Son esa gente mutilada de carácter y voluntad que agita sus muñones, como si fueran banderas, para reclamar su lugar en el mundo. Son esos cerdos que exigen mejoras en sus pocilgas para seguir gruñendo como siempre. Son los hombres de Saint Exupery y su Ciudadela, el tipo que escribió sobre un principito para seguir riéndose y que no lo llamaran misántropo, pero que aún así no se rebajó a escribir el obrerito, o el campesinito, porque el niño que valía la pena tenía al menos que ser príncipe, aunque fuera sólo de su desierto y de sí mismo.
No es verdad que seamos genios en potencia. No es verdad que el saber no ocupe lugar. No es verdad que nazcamos iguales. El mundo cambia, cada día, y el que se especializó en meter garbanzos en una botella desde cinco metros se queja de que el mundo es injusto con él.
Yo mismo, si os parece, pero al menos no me cuento gilipolleces.
Es importante no mentir a solas.