Las dos españas

No os engañéis, los que viven en el Barrio de Salamanca y protestan envueltos en banderas de España porque ahora ya no ingresan 7000 euros al mes en alquileres de pisos turísticos, sino que "solo" ingresan 3000 en alquileres a la vivienda quitándote a ti el 60% de tu nómina, no están solos, ni son cuatro pijos fachas. No, porque esos parásitos que viven de tu trabajo, recibiendo miles de euros al mes sin moverse del sofá, no solo viven en el barrio rico de Madrid.


Porque también están los que han sabido renovar su vestuario, los que hace tiempo que se mudaron a Malasaña y están montando una marca de cervezas artesanas. Son los que han aprovechado su cuna para vivir desahogadamente y ahora hacen cortos de autor con los colegas, "escriben guiones" de series que "algún día lo va a petar en Netflix", sacan fotos conceptuales a mazorcas de maíz, cenan en el Kabuki, y son diseñadores gráficos en despachos minimalistas con cinco macs y tres trabajadores. Son los que estudian música en Viena, son veganos animalistas que solo comen productos ecológicos importados de Noruega, viajan cada fin de semana a Ibiza o a las Maldivas para “desconectar del agobio de Madrid”, van de compras a “London”, y pasaron directamente de la universidad privada a puestos irrelevantes -pero muy bien pagados- de las empresas de sus papás o de los amigos de los amigos de sus papás. Son los que están a tu lado en el Primavera Sound cantando "todos mis amigos se llaman Cayetano".


Son los que a veces bajan a Lavapiés para tomar algo, y cuando miran a su alrededor y te ven a ti y a los que son como tú, piensan: "Qué vida más triste tiene esta gente que no tiene talento, ni se ha esforzado lo suficiente, ni ha tenido agallas para emprender (porque no tienen ideas geniales como las mías) y ahora se arrastran como seres mediocres ocupados en trabajos basura, sin dinero, sin diversión y sin futuro. Cada uno tiene lo que se merece".


Son los que no llevan la bandera de España como atuendo, pero sí la bandera de las herencias y la evasión de impuestos.


A los del Barrio de Salamanca se les ve venir de lejos, no así a estos hipsters de postureo.


Pero son lo mismo, y tú eres carne de cañón para ellos.