Llevo desde los 25 años trabajando en todo tipo de empresas. Siempre, absolutamente SIEMPRE, ya sea con alguien que trabaja contigo o con un cliente, te vas a encontrar a UN JEFE INTERVENCIONISTA.
Generalmente mediocre, el jefe intervencionista es incapaz de delegar y precisa dar/imponer su opinión. Esa pulsión intervencionista suele aparecer, además, cuando el proyecto marcha viento en popa. A veces es una sola palabra, otras veces es un volantazo de 180º. Sea lo que sea, es un palo en la rueda que logra hundir todo el proyecto, la tormenta de mierda perfecta, un puto agujero negro que con efecto ventosa se traga todo lo que merecía la pena y expulsa megatoneladas de mediocridad.
En serio, es casi un milagro de la naturaleza comprobar como una persona tan desprovista de talento es capaz de, con un pequeño gesto, con una sola palabra, derrumbar un puto Tah Mahal. Diría que es casi BELLO, si no fuese tan DOLOROSO.
Necesita sentir que hace algo, que las cosas ocurren PORQUE EL QUIERE, cuando realmente, todo lo bueno que ha ocurrido en su empresa ha sido A PESAR DE ÉL.
El jefe intervencionista no solo carece de cualquier tipo de talento (por eso es jefe) sino que, además, sufre un selecto pero profundo Asperger, que le ayuda a ser el único en percibir, lo que es una ridícula y antológica metida de remo, como un consejo transgresor, vanguardista, brillante.
La última característica del jefe intervencionista es, probablemente, la más importante y es la que le permite dormir tranquilo por las noches. Consiste en que cuando el proyecto fracasa estrepitosamente (99,9% de los casos), incapaz de sobreponerse a los devastadores efectos de su puto intervencionismo, el líder retromongolo saca a relucir un delirante arsenal de tóxicas justificaciones infantiloides que logran focalizar la culpa sobre todos los que trataron de salvar el proyecto de la insufrible mediocridad de sus "sugerencias" (aka IMPOSICIONES).
El jefe intervencionista no solo está en las empresas. Está en aquellos lugares en los que se decide tu vida, tu cultura, la educación, tu futuro y el de tus hijos y tus nietos. Su función es esencial: proponer estrategias que provoquen incendios descomunales, desastres que ayudan a incentivar el talento de todos aquellos que tienen que vivir con las consecuencias de sus desatinos.
Que sí, que es cierto que el mundo entero está lleno de jefes intervencionistas, pero si hay un país que destaca por su cantera, ese es el nuestro. Y mientras otros países y empresas crecen a través del I+D+i y de la formación, aquí, en España, un gran porcentaje del crecimiento proviene de resolver las cagadas de los que dirigen compañías, bancos y ayuntamientos.
Ya lo dijo Jose Luis Cuerda: "Aquí, si eres imbécil, solo tienes dos salidas antagónicas: la más absoluta de las intrascendencias o dirigir, y comprenderá usted que hasta un imbécil sabe que es mejor un buen sueldo que vivir en la calle"