Tal y como están las cosas, empieza a ser más importante medir la intensidad de la propaganda que su contenido. El contenido ya sabemos de qué va: el enemigo es muy malo, mata civiles, bombardea ciudades, asesina niños, agrede al medio ambiente, etc, etc. La cuestión, insisto, es la intensidad.
¿No teneís la impresión de que la intensidad de la propaganda con que nos bombardean en este lado induce a pensar que nos preparan para una guerra a gran escala y no para un tratado de paz que pueda firmarse mañana?
¿No tenéis la impresión de que el ritmo y el goteo de las sanciones, y el modo en que se presentan, delata más una estrategia de escalada que una de desescalada? ¿No teneís, como yo, la impresión de que acabarán prohibiendo los libros de Tolstoi aunque sólo sea para apuntalar la narrativa?
¿No os parece que se nos prepara para algo así cómo "hasta aquí se pudo tolerar pero a partir de aquí fue intolerable y fuimos todos a la guerra"? Es la impresión que me da, porque aunque Rusia no ha utilizado hasta ahora ni una décima parte de los bombardeos con misiles o desde aviones que hemos visto en otras guerras (Irak, por ejemplo), los medios subrayan el ataque a objetivos civiles de un modo que hace pensar que, cuando estos ataques aumenten, será intolerable.
Los ataques contra las ciudades van a crecer, porque serán ciudades asediadas, y creo que el modo en que nos lo presentan pretende empujarnos a aceptar una guerra en nuestro continente. La zona de exclusión aérea, por ejemplo, es la puntita, pero es un acto hostil que nos conduciría a la guerra sin más.
Insisto en que no es el contenido de la propaganda, bastante obvio, el que me preocupa, sino su inusitada intensidad y el modo en que se trata de acallar cualquier mensaje del otro lado.
No, esta dinámica y esta intensidad no son propias de alguien a quien le gustaría negociar. No hay voluntad de tal cosa. No nos preparan para eso.