Los que tratáis por estos lares conmigo, sabéis o intuís que no soy una persona especialmente amante de la religión cristiana, estas fechas nunca me hicieron especial gracia, ni de pequeño, aunque los regalos siempre ayudaron.
Mi ruptura total con la festividad fue rondando la veintena, cuando empecé a trabajar en un centro comercial que me hizo comerme 5 campañas de navidad, la gente que curra en comercio lo sabe, ningún ser humano es tan odioso como durante la campaña de navidad, saca lo peor de la gente.
Así que con estos antecedentes, resulta extraño que aparezca aquí, en estas fechas, a volverme un moñas, y felicitar algo.... pero este no ha sido un año normal.
Este ha sido un año de mierda, lo sabéis, hemos perdido libertades, hemos perdido dinero, tiempo, salud, y sobre todo, algunos han perdido gente que querían, y eso es un hecho, porque la libertad se gana luchando, el dinero se recupera, el tiempo y la salud, no, pero siempre lo hemos desperdiciado como para que ahora duela, pero las personas.... esas se van, dejan un hueco, dolor, y eso si es irrecuperable.
Si, ha sido un año de mierda.
Así que voy a tirar de simbolismo, y voy a invocar el espíritu de estas fechas, no el del gordo en trineo, sino uno mas antiguo, uno mas primario, uno que nos ha mantenido vivos tras nuestra salida de las cavernas hasta el día de hoy, un espíritu de cambio, de transición, un espíritu que ha guiado durante milenios a las culturas del hemisferio norte en estas fechas, (y su opuesto, en la otra punta del año, en el sur).
Estoy hablando de dos celebraciones en particular, una en desuso a estas alturas, como es el final de la cosecha, y otra, hoy en día solo admirada por científicos y pensadores como es el solsticio de invierno, la noche mas larga del año.
Ambas celebraciones se han extendido por la historia de la humanidad desde tiempos inmemoriales.
En estas fechas en Japon, la diosa Amaterasu salía de su cueva donde estaba recluida.
Beiwe, la diosa del los Saami, surcaba los cielos de Laponia, en una especie de carroza hecha de huesos de Reno trayendo de vuelta los pastos a su pueblo.
Los persas cambiaban de mes en este punto, terminaba el mes Azar, donde las fuerzas de Ahriman (el demonio) estaban en su culmen, para empezar el mes Dey, donde Ahura Mazda (el dios supremo) poco a poco se fortalece para superar a su adversario.
Poco voy a decir de la navidad, la Natalis Dómini, que no sepamos.
La fiesta que acontece a este artículo, el Sol invicto, festividad instaurada en un avanzado imperio romano, que celebraba el día del solsticio, y que o bien se solapaba o bien continuaba fiestas mucho mas antiguas como la Brumalia y la Saturnalia (nombradas en el primer comentario del articulo)
Muchísimas fiestas, algunas de ellas, las sigo nombrando en #1 para no recargar el articulo, y solo en nuestro hemisferio, al otro lado las mismas celebraciones se repetían en el solsticio de verano (de invierno para ellos)
La mayoría de ellas se centran en las dos festividades nombradas, ambas representan un cambio, sobre todo la simbología del solsticio de invierno, que es la que quiero felicitar.
Porque nuestros antepasados lo sabían, la vida es dura, es horrible, está llena de oscuridad, pero siempre, SIEMPRE, llegará la luz, siempre habrá un momento donde la luz sobrepase a la oscuridad, donde comience el cambio, siempre habrá un momento donde mañana, será un día mas brillante que hoy, y aún así, menos brillante que el siguiente.
Que habrá un momento donde la oscuridad huya, se agazape y espere su oportunidad, pero en ese punto, no pueda dañarnos.
Porque por muy oscura que sea la noche, siempre vendrá detrás un día que nos haga olvidarla.
Eran pueblos primitivos, aquejados por mil males y enemigos, y aún así lo sabían, esperaban este momento para celebrar esta transición, ella daba esperanza, confort y alegría.
Así que no, señores, no les felicito por el hijo de una zarza ardiente en un pesebre, ni por la llegada de un gordo filántropo, hoy les digo que mañana el mundo brillará un poco mas que hoy, menos que pasado mañana, y menos que el siguiente, creo que es lo que todos necesitamos en este momento.
Feliz Sol Invicto, damas, caballeros y muebles de salón que habitan en este terruño llamado meneame.
Sean buenos, y hagan lo que puedan para que los días que vengan, sean mas luminosos que los que nos dejan.