Ahora que andamos a vueltas con el tema de expropiar o no viviendas, creo que es necesario mirar de cara al problema del justiprecio, porque alguna gente no comprende lo que ese concepto implica. Y menos aún el demonio que se esconde en los detalles.
Cuando una administración pública, basándode en razones de necesidad pública, expropia un bien privado, viene obligada a pagar un justiprecio por el bien expropiado. Ese bien pasa a ser de todos y entre todo lo pagamos.
El justiprecio es el valor que en ese momento tiene el bien. Puede ser el valor de compra más las mejoras, el valor de mercado, o un valor consensuado entre las partes. Eso, en teoría.
En la práctica, y en el caso de la vivienda, hay un detalle curioso que casi todo el mundo olvida: existen unas tablas fiscales, creadas pro Hacienda, para calcular el precio de transmisión de un bien, sea cual sea el precio declarado ante notario. Ese valor fiscal, que tantos debates causa, es la base inexcusable sobre la que se calcula el Impuesto de Transmisiones patrimoniales, y si te han tasasdo la casa en cien mil euros, pagas el porcentaje que toque de cien mil euros, por mucho que el comprador, vendedor y notario declaren que el inmueble se vendió en cuarenta mil. Ese valor de las tablas fiscales, se considera valor comprobado, y modificarlo cuesta un esfuerzo bastante grande, con muy pocas posibilidades de éxito.
¿Qué pasa con ese valor? Que suele estar inflado, para recaudar algo más de Transmisiones Patrimoniales. Mi casa del pueblo, por ejemplo, está tasada en ciento veinte mil euros y ni harto de marihuana la vendo en más de cuarenta mil, si intentase venderla.
Todo el mundo estaba encantado con esta jugada: Hacienda, porque cobraba más. Los bancos, porque podían dar hipotecas más altas, los tasadores porque cobran a porcentaje, etc... Todo el mundo encantado, oye, sintiéndose más rico de lo que realmente es.
Pero, vaya por dios, ahora a alguien se le ha ocurrido expropiar viviendas y resulta que a la hora de calcular el justiprecio, también es muy difícil de evitar ese precio fiscal comprobado y determinado por las tablas de Hacienda. Si Hacienda dice que vale eso, vale eso, y eso te van a tener que pagar si te lo expropian. Y si no te lo pagan, van a pasarlas reputísimas en los juzgados para modificar ese precio, determinado por la propia Administración. ¿O es que vale eso si lo vendo y no vale eso si me lo expropias?
Por eso, no descarto que algunas expropiaciones, además de propaganda, sean un chollo encubierto para acabar apagando a los propietarios mucho más de lo que la vivienda valía en realidad, favoreciendo a amiguetes.
En mi caso, si alguien, quien fuese, me expropiase la casa del pueblo, lo comía a besos. Ojalá quisiera el Ayuntamiento convertirla en vivienda social, joer. Pero no caerá esa breva...