Mi experiencia con el COVID y la 3ª dosis

Hola a todos y todas los que habéis entrado en este artículo. Antes de nada, quiero recordar que esta es una experiencia personal (como reza el título) y, por ende, no aplicable a todo el mundo. Vaya eso por delante. 

 El día de reyes fui contacto con un positivo. Tres días después de ese contacto, me inyectaron la 3ª dosis de la vacuna. Justo al salir de recibirla, me avisaron del contacto con ese positivo. Al día siguiente empecé con sintomatología típica de la 3ª dosis; fiebre alta, dolor articular generalizado del cuerpo, etc. Lo normal en algunos casos. 

 Las sospechas empiezan pasados un par de días y ver que, a pesar de tomar paracetamol, no baja la fiebre ni la sintomatología. Ahí ya empecé a sospechar que quizás no era solo la vacuna. Me realicé una prueba de antígenos para comprobar mis sospechas y el resultado fue una línea T poco clara, pero presente. Ante la duda consulté con una amiga enfermera sobre el resultado y me dijo que me tocaba una PCR y que salía positivo seguro. 

 A la mañana siguiente me hicieron la prueba. Como uno es un ansioso, me realicé otra prueba de antígenos esa misma tarde y esta vez la línea T, aparte de aparecer enseguida, no podía ser más roja y clara. Iba a sacar positivo en la PCR de calle. Y así fue.

 El periplo de la baja fue otro tema del que hablar; los pobres sanitarios van desbordados hasta arriba y se les suma el papeleo de las bajas. Si no tenían suficiente, les han regalado dos tazas administrativas. Desde aquí mi agradecimiento por todo lo que hicieron por mí y por todos en esta pandemia.

De mientras, la sintomatología seguía igual; mi fiebre variaba entre 38 y 39º, seguía con todo el cuerpo dolorido, apareció la falta de hambre y los oídos empezaron a pitar cual televisión de tubo proyectando ruido blanco. Al final, el conjunto de la sintomatología duró unos 5 días aproximadamente. A partir del 5º día la fiebre empezó a bajar lentamente y acabó despareciendo, el ruido de las orejas se normalizó a lo que suelo tener habitualmente (ya que tengo acúfenos desde los 18 años). El único resto que conservo es una fatiga más allá de lo habitual (aquí el menda nació cansado) y 4 kilos menos encima. Seguro que en unas semanas ya habrá desaparecido ese cansancio. O espero que así sea.  

Como conclusión, desearos que el bicho no os toque mucho la moral (o mejor, que ni os vea pasar) y que os cuidéis todo lo posible. Pero sobretodo, un recuerdo para aquellos que lo pasaron peor o incluso los que por desgracia ya no se encuentran entre nosotros. El bicho es un cabronazo de cuidado en muchos casos. 

 

Un abrazo (a distancia) a todos los meneantes y meneantas.