Yo creo que ya he escrito más veces sobre esto, pero parece necesario insistir en ello, porque es un debate que nunca se agota. Por supuesto, voy a dar mi punto de vista, consciente de que hay mucha gente que es acérrima enemiga de esta postura. Algunos, incluso con buena fe.
En el mundo académico, es necesario citar las fuentes de lo que se afirma para lograr la trazabilidad y reproducibilidad de los resultados. Esto en principio suena muy bien en física, química, matemáticas y biología. pero resulta que hay otras materias en las que las conclusiones son mucho más interpretables, y la diferencia de opinión sobre las fuentes se utiliza para desviar el debate y sustraer una discusión seria. El ejemplo más claro es el de la Historia. Mejo me invento uno sobre la marcha, antes de que llegue alguien a agarrarse del ejemplo:
Fulanito dice que los visigodos practicaban la economía socialista y menciona a diez fuentes marxistas. Menganito, dice que los visigodos eran en realidad neoliberales, y menciona diez fuentes neocon. ¿En qué para el debate? ¿En analizar la administración visigoda de comercio y recursos? Claro que no: en debatir sobre los autores a los que se menciona como fuentes, y a los visigodos que les den por el culo, que aquí de lo que se trata es de medir egos y de comparar la calidad de mis amigos con la de los tuyos. Hace muchos años asistí a un congreso de economía sobre desempleo juvenil en el que los ponentes se pasaron el 80% del debate desafiándose sobre qué fuentes eran mejores, y qué estadísticas estaban más viciadas, sin llegar a hablar una puta mierda sobre el desempleo juvenil, sus causas o sus soluciones. Me pareció una mierda.
Si pasa esto entre académico, imaginad lo que pasa en el mundo del periodismo. Desde mi punto de vista, un periodista no debe mencionar nunca sus fuentes. Como sabéis, esto es un derecho legal en casi todo el mundo civilizado, y no lo es por cualquier motivo.
El periodista, profesional, aficionado, o mediopensionista, responde con su firma de las cosas que escribe, y él es la fuente. Cuando escribes un artículo y la cagas, cosa nada infrecuente, y que me ha pasado montones de veces, pagas con tu credibilidad y tu prestigio. Pagas perdiendo lectores. Pagas perdiendo dinero. Pagas enviando tu carrera profesional a la mierda. Pero citar las fuentes es un modo infalible de irte a tomar por culo, y de que se vaya a tomar por culo, contigo, cualquier mensaje que tu artículo pudiese contener.
Llevo aquí unos cuantos años y otros muchos en otros foros, y es innegable: siempre hay un grupo de gente, para cualquier artículo, que se centra en debatir la credibilidad de las fuentes. Algunos lo hacen para desviar el tema o sustraer el debate, y otros por antipatía o desconfianza hacia esas fuentes. Por eso hay que cortar por lo sano y no citar fuente alguna.
Si yo escribo sobre la producción de almendras en Turquía, no me puedes venir preguntando de donde saco el dato. Si te digo que de Martinescu, ¿para que me vas a leer a mí en vez de a Martinescu? Si encima me respondes que Martinescu es un borracho, y que es más fiable Gardiani, ¿Por qué coño me lees a mí en vez de a Gardiani? Vete a debatir con Gardiani, hombre. Hablemos de Almendras, joder. Y no, al final acabaremos hablando de Martinescu y de Gardiani, porque eso es lo que llevo visto treinta años. Y las almendras al carajo.
Por eso no cito fuentes. Si me apetece, lo hago en los comentarios, pero casi nunca en los artículos. Me lees a mí, que firmo. Si no me crees, no me leas. Si encuentras un error, señálalo. Si tienes otra opinión, debate.
Y si no, vete a la Universidad, que no debe de ser difícil trabajar allí: para cada plaza, sólo se presenta uno. ¿A que es fantástico?