Las discusiones rarísima vez se ganan porque es muy difícil que nos bajemos del burro. Y menos aún, si por lo intenso de la batalla el burro va al galope. Si te bajas de ese burro en marcha el que sale herido es tu ego.
Para mí ganar es que el otro te dé la razón. Y eso no pasa casi nunca. Porque siempre convertimos los debates en batallas, y no en medios para acercarnos a la verdad o aprender, que es lo que deberíamos hacer.
Si además la discusión es sobre algo como religión, política, o alguna otra creencia fundamental, olvidaos de convencer a nadie. Esto es debido a que si convencieses a esa persona, le quitarías la piedra angular de su edificio de creencias y este se desmoronaría. Y es probable que te odiara por ello aunque te diese la razón. Por eso el ego se protege haciendo lo que sea necesario, saltándose la logica si es necesario y autoengañandose. Y el autoengaño es el más difícil de ver de todos los engaños.
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