Como defensor de la ciencia y ateo convencido, sin realmente saber de donde ni de que venía ese convencimiento, en mi ignorante juventud era incapaz de entender como Einstein declaró que creía en el dios de Spinoza. No era consciente que vivía el sueño dogmático del racionalismo y tampoco podía llegar a entender lo que el propio Kant sentenció.
Pues de lo que se sabe mucho en la juventud, más tarde, en la madurez, se está seguro de no saber nada, y el hombre de la exactitud se convierte, a lo sumo, en el sofista de sus tempranas ilusiones.
Ahora sé, gracias a Darío Sztajnszrajber y por el Tratado teológico-político, que Spinoza "inventó" el ateísmo en la modernidad, mediante el ejercicio de desmitificación de las sagradas escrituras, necesario según el propio Spinoza porque; los teólogos, con sus prejuicios, impiden a los hombres consagrarse a la filosofía; que el vulgo le acusa a él mismo de ateo; y que los predicadores, con su excesiva autoridad y petulancia, suprimen la libertad de expresión.
Tanto Spinoza como Epicuro o Lucrecio fueron materialistas y apelaban a la física, en detrimento de la lógica, para explicar los procesos generadores, incluso los que conducen al error. Los tres encuentran la explicación del mundo mediante el movimiento de la materia, por el azar en Lucrecio y Epicuro y por la necesidad preestablecida en Spinoza, lo que no deja de ser una misma cosa, y al final para aquellos no hay otra eternidad que la perpetuidad del vacío y los átomos, mientras que para Spinoza todo desemboca en una eternidad irreductible al tiempo. Su crítica al absolutismo religioso, negando valor histórico y origen divino a los libros sagrados de judíos y cristianos, y su censura a la teocracia o autocracia política afirmando que el estado no está al servicio del tirano ni del príncipe sino de los ciudadanos y que su primer deber es ofrecer al individuo la libertad de conciencia, de opinión y de expresión (doctrina que por otro lado enlazaba con la tesis escolástica) rompían moldes y tabúes y, como antes a Lucrecio, le valieron la enemistad del status político y religioso y que le denostaran en vida tachándole de hereje, loco o Anticristo, arrinconándole después de su muerte “como un perro muerto”. Hoy es considerado como el filósofo más influyente y citado después de Kant.
Los hechos demuestran que sus obras gozan de una vitalidad asombrosa y esconden intuiciones e ideas que demuestran que el contenido de sus escritos aun resulta inagotable para los investigadores. Esto explica el reguero incesante de obras que siguen tratando de desentrañar su pensamiento y creen encontrar en él precedentes intuitivos de la ciencia mas avanzada. Es el caso del neurólogo y humanista Antonio Damasio, que en su famosa obra En busca de Spinoza argumenta cómo el gran filósofo intuyó en sus afirmaciones la génesis y funcionamiento de las emociones y sentimientos según la más moderna biología.
Otro ejemplo de la vitalidad y actualidad del pensamiento de Spinoza lo descubrí compartiendo y discutiendo en este saco. Según la nobel de química Frances Arnold, el cuento de Borges, La biblioteca de Babel (sobre una biblioteca que parece tener todos los libros posibles), le inspiró para desarrollar sus descubrimientos. Para Arnold:
... es la mejor descripción que conozco de un universo de posibilidades. Si escoges letras del alfabeto al azar y las pones juntas en un libro, lo que sueles obtener es un galimatías. Lo mismo ocurre con el ADN, el libro de la vida. Esto frustraba a los bibliotecarios de La biblioteca de Babel, porque nunca encontraban un determinado libro. Si tienes una biblioteca con todos los libros posibles, no puedes encontrar nada con sentido. En cambio, si pensamos en todos los posibles libros de la vida, puedes encontrar los que tengan significado simplemente raspando la suela de tu zapato. La biblioteca de libros de la vida es tan grande como la de Jorge Luis Borges, pero los libros con significado están por todas partes, gracias a la evolución. La evolución ya ha revisado todas las posibilidades y ha encontrado las que codifican la vida, así que en cualquier parte podemos encontrar estos hermosos libros. Jorge Luis Borges describió la dimensión de las posibilidades y [el naturalista inglés Charles] Darwin descubrió cómo recorrer esa biblioteca.
Gracias al maestro Darin McNabb, fui consciente de que fue el pensamiento de Spinoza el que inspiró a Borges (reconocido spinozista) el cuento La biblioteca de Babel.
Todo esto procede del intento de Spinoza de superar el callejón sin salida en que se atascó Descartes, para superar sus dualismos imposibles: la duplicidad de sustancias, materia y espíritu, cuerpo (res extensa) y alma (res pensante) que hacen inexplicable su integración en el ser vivo, y por otro lado la eternidad e infinitud de un ser inmaterial y trascendente, Dios, que no puede tener cabida en un universo finito y limitado, la naturaleza. Spinoza resolvió el primero negándolo: solo hay, como ya dijeron Lucrecio y antes Epicuro, una sustancia biológica y por tanto no es necesaria la integración. Y el segundo rompiendo la trascendencia y equiparando a Dios y Naturaleza como totalidad infinita cuya esencia consiste en su propia potencia. Por estos postulados tuvo que soportar la condena generalizada del status y el aplauso entusiasta aunque silencioso del mundo científico. Spinoza estaba defendiendo por primera vez que mente y cuerpo, extensión e intelecto, son procesos paralelos y mutuamente interrelacionados que se limitan uno al otro en cada encrucijada, sugiriendo que el cuerpo modela los contenidos de la mente y los procesos mentales tienen su réplica en procesos corporales. Frente a la tesis de las dos sustancias, Spinoza defendió que materia y espíritu son atributos de la misma sustancia, sea Dios sea Naturaleza. Deus sive Natura, expresión o frase que se ha repetido como lema de forma ligera y acrítica en tratados y manuales para concluir demasiado deprisa que para Spinoza Dios y naturaleza son una y la misma cosa y su doctrina es puro panteísmo, olvidando que el pensamiento de este filósofo es mucho más profundo y denso y de más laboriosa elucubración. Postulado que todo procede de una sola sustancia, Damasio se admira de la descripción, cercana a la más moderna biología, que Spinoza hace en su Éthica de cómo las emociones se generan en el cuerpo de todos los seres vivos bajo la guía de un cerebro diseñado para gestionarlo aunque sin conocimiento consciente del empeño y, sin haber decidido como entidad individual emprender nada; cuando esta sabiduría natural se cartografía de nuevo en el cerebro el resultado son los sentimientos que pueden guiar una acción deliberada de conservación o ayuda para elegir la mejor opción. Pensamiento y extensión, en suma, aunque distinguibles, son atributos de la misma sustancia y por tanto inseparables, en mutua interdependencia y con permanentes correspondencias representacionales, lo que permite a Damasio aventurar que también Spinoza intuyó la disposición general anatómica y funcional que el cuerpo tiene que adoptar para que la mente se dé junto con él, o mejor, con y dentro de él, intuición que basa en el P.15 de la Éthica:
la mente humana es capaz de percibir un gran número de cosas y lo es en la misma proporción en que su cuerpo es capaz un gran número de impresiones.....