Si utilizamos el buscador de Menéame para encontrar referencias al concepto de deuda ilegítima, encontramos nada más y nada menos que 27.476 entradas. Empiezo diciendo esto para demostrar que no se trata de una idea peregrina de alguien, de una simple ocurrencia que se sacó un día a pasear en plan globo sonda y luego se olvidó.
El concepto, como es obvio, parte de la idea de que algunas deudas son legítimas y otras no, y que estas últimas no hay obligación de pagarlas. El problema, como siempre, es quién decide qué deuda es ilegítima y cual no, y la solución, como cabría esperar, es que lo decide el deudor pertrechado con una narrativa más o menos convincente para su parroquia.
La putada de estas cosas es que algunos de los que defendían el concepto de deuda ilegítima están ahora en el Gobierno, y los que escucharon sus discursos al respecto no lo han olvidado. Y ahora, que tenemos que volver a pedir prestado, los que se supone que nos van a dejar la pasta se preguntan cuánto tardaremos, después de recibir el dinero, en volver a sacar a pasear el concepto de deuda ilegítima para no devolver ni un duro.
Porque ese es el peligro de ciertos discursos radicales: que un día vienen mal dadas y necesitas al ayuda del mismo tío al que le llamaste de todo hace un tiempo. Y lo peor es que el daño ya está hecho, en forma de desconfianza. Y lo peor es que esa confianza no es fácil de restablecer cuando sabes que, en el otro lado, hay gente que piensa que basta un discursito y una idea para no cumplir los compromisos, y que actúa de un modo parecido con todos los compromisos: los políticos, los afectivos y los financieros.
¿Esperamos de verdad que se nos preste sin condiciones después de haber dicho, de mil y una maneras, que hay deudas que no deben ser pagadas? ¿Cómo les explicamos que la deuda que vamos a contraer con ellos no va a ser nunca ilegítima? ¿Cómo los convencemos de que ellos sí van a recuperar su dinero? ¿Y por qué demonios nos tendrían que creer?
Lo normal, amigos, es que ahora los potenciales prestamistas se pregunten quién está en el Gobierno, y si encuentran a algún forofo del impago de la deuda ilegítima se guarden sus carteras, con suerte, hasta que esos elementos desaparezcan. Por sentido común. Porque lo haríamos cualquiera de nosotros.
Es lo que tiene escupir hacia arriba.