El mayor problema, a día de hoy, al que nos enfrentamos con esta guerra es que cada vez es más difícil ver una salida viable. Y las guerras, todas las que hemos conocido, acaban de algún modo, y de su final depende que los años posteriores sean estables, conflictivos, o un simple prólogo para el siguiente conflicto.
Por lo tanto, creo que hay que empezar por lo obvio. La guerra, a mi entender, puede acabar de tres maneras: con una victoria de Rusia, con una victoria de Ucrania, o con algún tipo de negociación intermedia.
La victoria militar de Rusia supondría un tremendo varapalo a toda la estructura política occidental, al tiempo que un incentivo perverso de primera magnitud para siguientes agresiones. Una victoria rusa daría alas a los movimientos totalitarios y agresivos de todo el mundo. Las armas recuperarían su voz (nunca perdida del todo) en el concierto internacional y entraríamos en una fase muy peligrosa de la Historia. Además, como hay que contemplar sus implicaciones desde otros puntos de vista, una victoria rusa no implicaría, antes al contrario, una desaparición de las sanciones económicas, con lo que los países europeos verían sus economías fuertemente dañadas. Si Rusia vence, ¿qué le queda a Occidente para salvar la cara más que acrecentar las sanciones?
Por todo lo dicho y otros motivos que no vale la pena exponer si no quiere uno eternizarse, una victoria rusa sería totalmente catastrófica.
La victoria militar de Ucrania, por potencial y recursos, necesitaría de una implicación militar de varios órdenes de magnitud mayor por parte de los países de la OTAN. Sí, lo tengo claro: para que Ucrania gane tenemos que mandar allí tropas, y por decenas o centenares de miles. Para que Ucrania gane necesitamos, mañana mismo, poner nuestras economías en modo economía de guerra, fabricar masivamente armas y arriesgarnos a que la guerra se convierta en una conflicto enorme. Si la victoria se alcanzase,lo que es dudoso, pero posible, el premio sería realmente colosal: desmembrar Rusia y saquear a placer sus recursos. Me pregunto, por decir algo, qué opinaría China de esta eventualidad y hasta qué punto es materialmente posible sin acabar todos incinerados. Pero es una posibilidad. La opción de una victoria militar parcial ucraniana, recuperando todo su territorio, pero sin entrar en Rusia (estilo I Guerra Mundial), no ofrece grandes garantías de paz, y seguramente tampoco conduciría a un levantamiento de las sanciones a Rusia.
Por ello, la victoria militar de Ucrania me parece difícil, improbable, arriesgada y costosa, muy costosa, en términos económicos y de vidas.
Nos queda, por tanto, la negociación intermedia. Y por lo que parece, nos estamos alejando como verdaderos anormales de la única opción más o menos viable. Cuando digo intermedia, me refiero a que todo el mundo tiene que sacar algo de la negociación hasta el punto de que todo el mundo quede más o menos satisfecho. Lo malo de esta opción es que, para mejorar las opciones en la mesa de negociación, todo el mundo quiere antes mejorar las posiciones en el campo de batalla. Lo que nosotros necesitamos, me parece, es que muera menos gente, se levanten las sanciones, y se garantice la paz. El encaje de estos tres objetivos no parece sencillo, sobre todo porque no interesan a todos los actores. Algunos analistas opinan que las sanciones serán eternas, como las de Cuba, pase lo que pase, y que EEUU no renunciará jamás a ellas. Jamás. Otros dicen que la paz no será posible sin la derrota clara y aplastante de uno de los bandos, y otros, ya lo sabemos, se pasan los muertos por el forro mientras los pongan los demás.
Sin embargo, no hay más opciones viables, o así lo veo yo. Una derrota de Ucrania es demasiado cara. Una derrota de Rusia es demasiado cara. Lo único que podemos permitirnos es algún tipo de negociación, pero para eso hace falta voluntad e imaginación, y la gente no parece estar muy sobrada de ninguna de las dos cosas.
Lo que sobra es forofismo. Hay que llegar a algún acuerdo. ¿Pero cual?