Tras comentar con otros meneantes este artículo, veo con gran placer que no sólo hemos acercado posturas, sino que mi propio punto de vista ha variado y creo que sustancialmente.
Supongo que al dejarme convencer de algo corro el riesgo de perder la nacionalidad española, pero si no asumiera, cuando escribo, que los demás pueden enseñarme algo, dejaría de hacerlo. Por eso doy las gracias a los amigos que han tenido a bien explicarme de manera convincente algunos extremos y, con vuestro permiso, sintetizo mi nuevo punto de vista sobre el asunto, que puede ser quizás más reaccionario que el anterior, pero es bien distinto.
-El dinero público debe ser gestionado con honradez y sobre todo con eficiencia. Tanto derecho tiene a recibir una beca un joven que quiere estudiar, como a recibir el mismo importe para montar un negocio un joven que no quiere seguir estudiando. Por ese camino, creo que no vamos a ningún lado.
-La igualdad de oportunidades es un bien mayor que el mérito académico y debe ser defendida antes y en primer lugar. Sin igualdad de oportunidades no hay ninguna sociedad que se mantenga mínimamente sana, y en caso de colisión entre varios valores es conveniente darle preferencia a esta.
-La igualdad de oportunidades puede generarse de dos modos: repartiendo dinero entre quienes no se pueden pagar los estudios o impidiendo acceder a estudios superiores a los que, sin valía académica, se lo pueden permitir. Lo primero significa repartir becas, y lo segundo realizar pruebas de corte mucho más exigentes para acceder a la Universidad pública o a la privada.
Repartir becas es gastar el dinero de todos. Limitar el acceso a las mejores notas es elevar el nivel. Desde luego, personalmente prefiero el segundo método, pero no es posible implementarlo porque los centros privados no están dispuestos a renunciar a los ingresos que suponen los ricos sin talento. De estos centros privados y de su poder económico procede la principal oposición a que se eleve el nivel de exigencia y, por ello, son esos mismos centros privados los que prefieren que nos gastemos el dinero de todos en igualar por abajo, repartiendo dinero público a mansalva entre los más humildes, antes que exigiendo unas notas que eliminasen como clientes a los estudiantes mediocres pero acaudalados.
La solución sería exigir más y tener una Universidad de la excelencia, pero los poderes económicos están interesados en que se exija menos y se gaste dinero público en mantener ese sistema por abajo.
Resulta, así, que la generalización de las becas es una idea profundamente reaccionaria, que hasta el dinero público en engordar las arcas de la enseñanza privada mientras, a la postre, los buenos puestos de trabajo se reservan para los de siempre.
Cojonudo, vaya.