Ciudadanos nunca fue muy amigo de las encuestas, tanto por sus dirigentes, por no confiar mucho en ellas, como por los resultados que sacaban al final, tanto para bien como para mal, durante este corto pero intenso periodo electoral.
En esta ocasión las elecciones han sido catastróficas para Ciudadanos. Solo un millón seiscientas mil de las personas que fueron a votar llegaron a su colegio electoral pensando en Ciudadanos como la mejor opción.
La consecuencia más significativa ha sido la dimisión de su líder Albert Rivera, el cual llevó el partido desde el principio. Primero buscando un hueco en el parlamento catalán para representar a los no nacionalistas, y por último logrando ser una voz importante en la política nacional, negociando con los líderes del bipartidismo, que desgraciadamente todavía sigue vigente al tener más del 50% de los escaños del parlamento nacional, a pesar de su historial de corrupción y desidia.
Es verdad que la actual ley electoral castiga a los partidos nacionales que tienen muchos votos repartidos por el territorio español, como ya le pasó durante varios años a Izquierda Unida, y que sus acuerdos con Vox y PP, dejando al margen al PSOE le han pasado factura.
Los votantes de Ciudadanos o bien se han abstenido, o bien han votado al PP, el cual fue nombrado por Albert Rivera durante toda la campaña como socio preferente, o bien han votado a Vox, donde muchos ciudadanos cansados del bipartido han encontrado en el partido de Abascal una opción menos flexible y más drástica ideológicamente, o bien han votado al PSOE por considerar el "antisanchismo" una deriva hacia la derecha del partido.
Ahora de Ciudadanos, con sus 10 diputados, se espera que siga en su línea reformista y continúe luchando con su mensaje liberal. Pero ahora también lo tendrá más difícil demostrarlo con hechos, aunque seguirá trabajando por un país más unido, con más igualdad, más libertad y más solidaridad entre todos los españoles.
También es verdad que ahora mismo gobierna en varias comunidades autónomas junto al PP, y que será su prueba de fuego para comprobar varias cosas. Primero que realmente son un partido de centro. Segundo que está haciendo los deberes de su programa electoral, con tolerancia cero hacia la corrupción o con medidas como eliminar los aforamientos. Y tercero, que su intención sea la de convencer a los españoles que son la mejor opción para gobernar, ya que no catalogan a los ciudadanos en buenos o malos según su ideología, como si hacen los demás. Lo único que condena sin miramientos es la violencia venga de donde venga, y a los que le dan alas a los ciudadanos más radicalizados.
A nivel interno empieza un largo periplo para asentar el partido y que no termine desapareciendo. Para empezar hace falta darle un nuevo aire con personas con ideas renovadas y planteamientos distintos pero dentro del programa electoral básico que ha presentado Ciudadanos desde el primer día.
Puede que a modo de transición la mejor opción sea Inés Arrimadas por tener un perfil continuista respecto a Albert Rivera, y por tener claros rasgos de líder dentro del partido. A largo plazo personas como Melisa Rodríguez con un estilo diferente, con las ideas también igual de claras pero con menos exposición a nivel nacional pueden que ayuden a reconstruir su base electoral, y llegar o superar los máximos que lograron hace tan poco tiempo.
Por último queda por tener en cuenta la opinión de las personas que se han distanciado del partido como Javier Nart, y de la de personas ajenas al partido relevantes o no, que pueden dar el salto a la política desde la sociedad civil, como ya ha pasado en otras ocasiones en Ciudadanos.