Algo grave está pasando. Si un español no se siente cómodo entrando en un bar, si el bar ya no es ese espacio por definición neutral, refugio ante las tensiones de los trabajos y las trifulcas familiares, asilo off the limits, desestresante natural y común, es mal síntoma: Algo nuestro hemos roto. Al menos yo a ciertos bares ya no vuelvo..
Después de desayunar en ellos antes de entrar en el trabajo durante años estoy harto y asqueado. No quiero degustar más amargor que el del café sin azucar. Saturado de esos bares que tiene la televisión encendida de mañana en canales donde durante horas, durante días, todas las semanas sin descanso y sin sorpresa se despotrica de este gobierno. Atufado de tertulianos ( todos cortados bajo el mismo patrón ), con las Grisos, Anas Rosa o el clon correspondiente de Telemadrid sosteniendo el argumentario de la derecha politica y mediatica de forma tan previsible como sórdida. La televisión mañanera es el ariete que gente muy poderosa está empeñada en emplear para amoldar la opinión pública, y como las encuestas aún se resisten , el esfuerzo es titánico. Pero mi estómago ya no tolera más estos mejunjes matutinos.
De algún bar de toda la vida me borré tras discutir con su propietario al facilitarme su opinión politica sobre Ayuso o Podemos sin que yo se la demandara. “Las opiniones políticas son como los culos, Antonio. Todos tenemos culo, pero eso no significa que yo quiera ver el tuyo”, con esto me despedí, y hasta la fecha. Ay, Antoñito que lo que me explicabas con didactismo cuñao era exactamente lo que acababas de escuchar a Ana Rosa, añadiendo no más que algún insulto castizo...
Si hay algún hostelero que me lee, le ruego, le aconsejo que apague la televisión o que se limite a sintonizar canales de documentales de la dos o de fútbol , aunque sea de fútbol qatarí. Así me ahorraré ir de bar en bar por el barrio buscando un establecimiento políticamente blanco y él ganará un desayunante habitual y agradecido.